0

Sus voltios azules

Por la raíz del pelo algún dios me atrapó.

Sus voltios azules me hicieron chisporrotear como a un profeta del desierto.

Las noches desaparecieron, cerrándose de golpe, como los párpados de un lagarto,

Un mundo de días blancos y calvos en la cuenca sin sombras.

(Sylvia Plath)

CAROLINA EXTREMERA | Todas estamos obsesionadas con Sylvia Plath. Eso es un hecho que hay que aceptar. Ninguna de las que hemos leído cinco o seis biografías suyas, sus diarios, sus cartas y toda su obra es especial. ¿Por qué precisamente ella tiene tanta tendencia a atraer la intensidad de las mujeres? Solemos conocerla muy jóvenes, nunca por su poesía, sino por algún artículo o por alguien que nos la menciona y nuestra primera noticia de ella es la forma en la que murió. Después, buscamos poemas. Luego, biografías, y llegamos a su marido, Ted Hughes. Entonces también nos leemos su obra. Es un cuento de nunca acabar y parece que nunca tenemos bastante. ¿Por qué? Esta tema daría para un artículo muy interesante que no es este y que me encantaría leer.

La cuestión es que el día que empecé a leer Niña de octubre era 11 de febrero, aniversario de la muerte de Sylvia Plath. Fue una casualidad tremenda el comenzarlo ese día, aunque no tanta el hecho de darme cuenta de la coincidencia, porque busqué su nombre en la Wikipedia cuando llevaba unas páginas de lectura al ver los paralelismos entre Linda Boström y ella. Quería comprobar si las dos habían nacido en octubre y obtuve una respuesta afirmativa además de la constatación de la efeméride que se cumplía en ese mismo momento. Ambas bipolares, ambas con un marido muy famoso y un divorcio complicado donde es él quien cuenta su versión aunque, por supuesto, Karl Ove Knausgard no le llega a la suela de los zapatos a Ted Hughes en cuanto a infamia como esposo ni en cuanto a grandeza como escritor. Ambas tuvieron un intento de suicidio en la veintena y a las dos se les administró terapia electroconvulsiva, esto es, por electrochoque. Las dos, por último, poetas.

Niña de octubre es, ante todo, una experiencia de horror psiquiátrico. La protagonista de la novela, Anne, es internada en un centro hospitalario para ser sometida a una terapia por electrochoque. Las fechas de las entradas y salidas del hospital, al que ella llama “la fábrica”, coinciden con las del ingreso de la autora. Igualmente, el marido de Anna es un escritor famoso del que se acaba de divorciar. Esta delgada línea que separa la realidad de la ficción nos dice que no todos los datos pueden ser verdaderos, pero las impresiones sí que lo son. Solo alguien que realmente haya tenido que vivir un tratamiento semejante puede describir con tanta exactitud las impresiones que produce, el olvido que acompaña cada descarga eléctrica. De hecho, es esa búsqueda de recuerdos perdidos la que vertebra la novela, haciendo fluctuar la narración entre los momentos en los que está internada y otras épocas en las que fue feliz, como una viaje a Venecia o ciertos momentos de la maternidad. Pero también nos muestra otras situaciones en las que lo pierde todo a causa de su salud mental, como su matrimonio.

Durante todo el libro Boström consigue transmitir esa sensación de estar siempre en un límite, la frontera entre encontrarse bien y no encontrarse bien, y esos dos conceptos lo son todo para alguien víctima de una enfermedad mental, porque cuando no se está bien no se es funcional y, peor aún, se decepciona a todos los seres queridos, que lo único que parecen estar esperando es que pase el tiempo y todo mejore. Su escritura está llena de altibajos, de momentos de euforia en los que confía en su recuperación y momentos de total desolación en los que desespera. En ese sentido, la forma acompaña al tema. Nos ayuda a ver lo frágil que es el hilo que la sostiene como bipolar, zarandeada entre su propia química interna y las instituciones suecas, que la internan a la fuerza.

Conocimos a Linda Boström como el personaje de “la esposa” en la famosísima saga que escribió su marido y ahora podemos leer su versión. Curiosamente, su matrimonio y su marido tienen poquísima relevancia en esta novela que no trata de su familia, sino de su propia historia y su búsqueda de recuerdos que amenazan con desaparecer.

La escritora encuentra su voz y deja de ser un personaje en manos de otro.

Te despertabas en tu vida como un recién nacido. ¿Quiénes eran tus padres? ¿Quién te enseñaría a vivir la vida que te había correspondido? Nadie, era la respuesta. Nadie te enseñaría. Aquí vivías la vida de nadie y no se esperaba de ti otra cosa.

Niña de octubre (Gatopardo ediciones, 2022) |Linda Boström Knausgard|Traducción de Rosalía Sáez | 176 págs. | 17.95€

admin

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *