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Todo decir es político

JUAN CARLOS SIERRA | Munir Hachemi (Madrid, 1989) publica su primer libro de poemas con La Bella Varsovia. A pesar de la absorción de esta por Anagrama, es decir, por el Grupo Feltrinelli, el sello de Elena Medel no ha dejado de presentar en su catálogo miradas y tonos poéticos alternativos, diferentes, originales, y de descubrir voces alternativas, diferentes, originales. Ejemplo de ello es el poeta que nos ocupa y el libro que nos propone, los restos, que avalado por el prestigioso Premio Ojo Crítico de Poesía de la presente edición, va camino de convertirse en uno de los poemarios del año.

La originalidad de Munir Hachemi se aprecia desde que uno coge el libro físicamente y lee su título sin mayúsculas. Pero esto no dejaría de ser una anécdota más o menos cosmética, una boutade más o menos ingeniosa, aunque algo manida, si no se confirmara durante la lectura en el trato de sus versos, en la propia estructura del poemario, en la mirada desde la que se pronuncia el personaje poético, en las líneas que cruzan, múltiples y fragmentarias, el debut lírico de Hachemi. Y en otra buena cantidad de detalles que dejamos para la sorpresa y disfrute del lector que se decida a adentrarse en los restos.

De entre todos los caminos que recorre Munir Hachemi en su primer poemario, creo que los más valiosos son aquellos que tienen que ver con su mirada personalísima, aunque compartida, a pesar de la diferencia de edad, con poetas como Carlos Pardo, Erika Martínez, Abraham Gragera, Marcos Díez o Juanma Romero. En su práctica poética en los restos, Hachemí se preocupa desde lo fragmentario del decir por lo fragmentario de la realidad, se esmera por alcanzar la esencialidad –o dicho de otra manera, la limpieza de todo lo que sobra en el poema o en el poemario-, proyecta una mirada irónica sobre la vida y sobre el papel, aborda la disolución del yo poético o la problemática del cuerpo, le da una vuelta de tuerca a las convenciones lingüísticas, entiende lo político desde una perspectiva ensanchada,… Todos estos rasgos se pueden rastrear en los restos y en parte de la poesía en español más interesante de lo que llevamos del siglo XXI, pero que arrancó en algunos casos a mediados de los años noventa del XX -¿algún Luis Antonio de Villena, Juan Carlos Abril o José Luis Morante en la sala que levante la mano y se eche para adelante para escribir la antología definitiva de esta generación?-. Pero dejemos las digresiones y centrémonos en el libro de Hachemi.

Probablemente el aspecto más relevante y personal de los restos sea el último de los rasgos señalados en la retahíla del párrafo anterior. Me refiero a la mirada política de Munir Hachemi. En este sentido, como ya he señalado, se trata de una perspectiva amplia o amplificada que desborda lo que habitualmente ha escrito la poesía sobre este tema, más allá del arma cargada de futuro de Celaya o de pedir la paz y la palabra de Otero, que en el imaginario colectivo pueden representar de forma más canónica lo que significa la poesía política.

Hachemi acusa, denuncia, pone el dedo en la llaga con una lenguaje directo, irónicamente cínico –o viceversa- como en el poema SIRIA | EUROPA | DOLOR | DICCIONARIO DE LA MÁQUINA DE GUERRA, que dice así: “un muerto es una pena/ diez muertos son una tragedia/ cien muertos son una masacre/ un millón de muertos son una abstracción”. Esa es la potencia de los versos de Hachemi, su contundencia, su puñetazo en la mejilla del lector. Pero también se encarga de zarandearnos con los poemas sobre el poeta chino Xu Lizhi, la alienación capitalista y sus consecuencias devastadoras cuando no se cae en sus trampas –DOLOR | POESÍA | XU LIZHI, por ejemplo-. Lo político no es solo la retórica electoralista o, en su versión más caricaturesca, el galimatías de Mariano Rajoy hablando del alcalde, los vecinos y quién elige a quién, sino más bien el final del poema DOLOR tras versificar el embrollo del expresidente popular: “a veces hacer política consiste en repartir el dolor”, es decir, lo que se esconde detrás de la anécdota, de la tontada, del aparentemente ingenuo caos lingüístico de M. Rajoy: el dolor indecente y pornográfico de rescatar a los bancos con miles de millones de euros públicos hurtados a los que se ha dejado en la estacada, por poner un ejemplo.

En esta dinámica política –quizá todo decir es político, incluso el de aquellos que intentan driblar a la política proclamándose como apolíticos- hay que hallar un sentido a la poesía, una función, una utilidad: “hay una cifra secreta en el repique de la lluvia en un balcón// si no es imposible/ la poesía ha de servir/ para transmitir la cifra/ propagar el virus/ difundir la lluvia” –POESÍA (página 35)-. Pero quizá en esa misma búsqueda hay una trampa capitalista, el señuelo del utilitarismo como elemento social legitimador, como condición imprescindible para presentarse y adquirir un valor en el mercado, independientemente de las vaguedades líricas que la envuelvan. Quizá lo más radicalmente político sería ni mencionarlo. No sé. O a lo mejor no estoy entendiendo nada.

los restos contiene, como ya se ha apuntado, muchas líneas de lectura, muchos caminos, de entre los que me he entretenido fundamentalmente en esta reseña en el aspecto menos frecuente entre la poesía que últimamente cae en mis manos. A pesar de esta dispersión, hay que destacar en el trabajo de Hachemi un especial esmero en ofrecer coherencia en la arquitectura del poemario. La estructura de los restos está perfectamente medida: un poema introductorio ‘HOY NO HABLO CASTELLANO’ que ofrece muchas pistas y que constituye la primera parte del poemario –‘FRAGMENTOS’-, un poema final ‘EL HOMBRE DE LA TIENEDA-CASA DE NANJING’ que también contiene en sí un cierre así como  la tercera parte del libro –‘PIEDRAS DE LLUVIA’- y, en medio bajo el título del propio poemario, el grueso de los poemas de líneas difusas y diversas que se abrazan coherente y sólidamente en la última composición de esta segunda parte ‘POESÍA | YO | HAMBRE | MONSTRUO | EUROPA | DOLOR | CUERPO | TÚ’. Una auténtica virguería del poeta madrileño que sostiene al lector en su discurrir por los restos.

 En internet se puede leer en qué se basó el jurado del Premio Ojo Crítico de Poesía 2022. Según este, se le concede este galardón “por ser un poeta con una mirada propia e impredecible. En su poesía, la denuncia política lleva al lenguaje a una torsión libre e imaginativa”. Pues eso. Nada más que añadir, de momento.

los restos (La Bella Varsovia, 2022) | Munir Hachemi | 56 páginas | 10.90 euros

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