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Todo el consuelo del mundo

ANA BELÉN MARTÍNEZ | «Todas las notas deben acabar muriendo», sugiere a sus alumnos un Gérard Depardieu ataviado con peluca larga, lunar postizo y maquillaje de polvos de arroz. Depardieu da vida al violagambista francés Marin Marais, en el arranque de la película Todas las mañanas del mundo (Alain Corneau, 1991). La cinta, basada en el libro homónimo de Pascal Quignard, narra la relación entre el joven Marin Marais y su maestro Monsieur de Sainte-Colombe. El profesor intenta enseñar a su discípulo, más allá de la técnica, el significado de la música. «Usted hace música, señor, pero no es músico». Marais la ejecuta a la perfección, pero no la siente, no la escucha pese a que está en todas partes. El virtuoso maestro Monsieur de Sainte-Colombe sabe de lo que habla, ha perdido a su mujer y encuentra en ella el único consuelo con el que apaciguar su aflicción. Y es que la música lo amortigua todo, que diría Dorantes. La música como escudo. La música como ese globo aerostático, que viaja jovial hacia las nubes, pese a que sobrevuela territorio hostil.

«Mi violín era mi único objeto, mi ancla, mi flecha», confiesa la protagonista de Vibrato (Alfaguara, 2018). La novela de Isabel Mellado narra parte de la vida de Clara, una apasionada del violín cuya niñez está marcada por unos padres alcohólicos, una dictadura y la desaparición de su padre. En medio de ese mundo solitario y adverso, la música se convierte en un faro que le guiará a lo largo de los años, configurándose como una vocación y profesión.

Vibrato es una sorpresa literaria y sonora. El modo de contar de Isabel Mellado es un descubrimiento placentero. Juega y hace malabares con el lenguaje poético. La chispa aforística, por otra parte, es un continuo que no deja de fluir. A la belleza del lenguaje, se suma el humor exclusivo con el que Clara nos relata sus alegrías y penas, todas entonadas en un acorde mayor. La descripción sobre su marido: «Hans olía a patata cruda», se queda grabada en nosotros, junto a otros aromas y sabores de la “ensalada” musical que compone Mellado. La originalidad de Vibrato no se halla únicamente en el modo de contar, pues entre sus páginas se incluyen cartas manuscritas, partituras, dibujos, fotografías y hasta una lista de Spotify con la música que escuchan los personajes.

Clara probablemente bautizada así en homenaje a Clara Wieck -más conocida como Clara Schumann– no olvida a la pianista en sus conversaciones. Este y otros temas (y conceptos) musicales de distinta índole, se darán cita en el escenario del concierto de Mellado. La autora, además de escritora, es violinista. Al conocer algunos detalles sobre su trayectoria, sospechamos que el personaje principal es su alter ego. En cuanto al título de la novela, Vibrato, hace referencia a un efecto expresivo. En el violín supone una desafinación voluntaria. Un temblor intencionado.  Una «hermosa inexactitud de la exactitud de la música».

Vibrato: la música y el resto en 99 compases es la primera novela de Isabel Mellado. La chilena ha participado en antologías de cuentos de diversos países y, en 2011, publicó el libro de relatos El perro que comía silencio. Merece la pena seguir la pista a este tipo de voces híbridas que escuchan la música, como el maestro de Marais, en todas partes.

«Escuché un árbol que pudiendo ser ataúd fue instrumento».

Vibrato (Alfaguara, 2018) | Isabel Mellado | 320 páginas | 18,90 euros

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