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Tomárselo con filosofía

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Noticias de Berlín

Cees Nooteboom

Siruela, 2014. Colección «El Ojo del Tiempo»

ISBN: 978-84-1620-878-4

392 páginas

24,95 €

Traducción de M. C. Bartolomé Corrochano y P. J. van de Paverd

 

 

Ilya U. Topper

¡Somo filósofos y exigimos que se nos considere tales! es la demanda que Majikthise y Vroomfondel hacen en el tomo I de la trilogía de cuatro libros que en algunas galaxias adscriben a Douglas Adams. Aunque quizás no lo seamos. De manera que exigimos ser o no ser filósofos. Es más: exigimos espacios rígidamente definidos de duda e incertidumbre, remacha Vroomfondel.

Será casualidad que el filósofo incierto de The Hitchhiker’s Guide… lleve un apellido (falsamente) holandés, pero no he podido evitar recordar una y otra vez ese diálogo (que cito de memoria: tal vez no fuera así, tengo mis dudas) al leer la obra de Cees Nooteboom, Noticias de Berlín. Noteboom (La Haya, 1933), escritor, viajero holandés afincado en todas partes del mundo, Menorca entre otras, tuvo la suerte de caer en 1989 en Berlín con un programa de intercambio académico, y lo pilló la Historia, esa que se escribe con mayúscula. Y fue tomando nota.

Son esas notas, que parecen un poco redactadas a vuelapluma, siempre relatadas en primera persona y en presente, las que componen los diversos ensayos recogidos en Noticias… y que cubren mucho más que sólo la caída del Muro: arrancan con un primer viaje a la mítica ciudad aislada en 1963 y acaban en el cuarto ¿quinto? ¿sexto? regreso en 2012.

Es del todo lógico que Siruela reúna en un tomo, bastante voluminoso por cierto, todo lo que Nooteboom escribió sobre la unidad y división alemana. Como todo escritor -y me dicen que el holandés menorquín errante es bastante buen novelista, aunque no he tenido aún oportunidad de hincarle el diente- Nooteboom tendrá su club de fans, sus lectores fieles, que agradecerán enormemente tener aquí reunido su ideario al respecto en un volumen, además de alguna confesión -intuyo que poco frecuente- sobre su infancia, sus obsesiones, una mirada honesta al espejo.

Además, es una edición muy cuidada, con su glosario de personajes, siglas, datos biográficos, y su índice analítico, cosas que se echan mucho en falta en numerosos libros hoy día. Punto gordo a favor.

Otra cosa es si me convence la mirada de Nooteboom sobre la cuestión alemana. Y resulta que no me convence ni me deja de convencer: no le encuentro ningún fallo, ningún error, pero tampoco una visión tan claramente expresada como para adherirme con entusiasmo. El escritor observa, reflexiona, trae a colación innúmeras citas, referencias poéticas, históricas, detalles que vienen al caso, ensoñaciones, reflexiones sobre el convulso siglo XIX alemán, los lodos que trajeron estos polvos, pero parece no atreverse a verter esta materia prima en un molde del que sacar alguna figura concreta. Sabe de lo que habla, sin duda, pero ¿sabe qué quiere decir?

¿Quién lo sabe?, cabe responder. Probablemente, el día que se abrió el Muro y se cambió de golpe y martillazo una condición histórica a la que todos los analistas le daban un siglo más de vida, nadie tuvo agallas para pontificar sobre lo que estaba ocurriendo: cualquier aseveración tajante habría sido necesariamente un error desmentido al día siguiente; la postura más honesta es documentar esa deriva en un magma de sensaciones contradictorias.

Pero un cuarto de siglo después, recorrer ese momento de confusión en directo -pese a su prosa limada, cuidada, poética sin ser nunca abarrotada- me hace fijarme más en las insuficiencias que en la esencia. Demasiadas veces, Nooteboom recurre a la retórica del sí y no, del plantear una cita y asegurar que es “cierta y falsa a la vez”. El que en alemán existe incluso la palabra ‘Jein’ (‘Ja’/’Nein’) lo ilustra, pero no sé si lo excusa.

En los ensayos posteriores al Cambio, escritos durante los noventa tardíos, los dos mil, la visión de Nooteboom se vuelve menos centrada en la geopolítica y más introspectiva, más filosófica, más relacionado con su propia infancia, que arranca un día de la II Guerra Mundial en Holanda, con el atronador pasaje de los cazabombarderos alemanes encima de su cabeza. ¿Qué significa la reunificación de Alemania, la recuperación de una nación céntrica y poderosa, para los traumas de una Holanda que fue víctima del Reich? Entiendo la pregunta pero no siento que la respuesta me afecte, como lector de otra generación y otro país. Ni siquiera sé si esta pregunta aún afecta a los holandeses de mi generación.

En resumen, Noticias de Berlín es un libro eminentemente filosófico: presenta espacios nítidamente definidos de duda e incertidumbre.

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