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Últimos días de una emancipación

LUIS ANTONIO SIERRA | Conocí a Jennifer Johnston – bueno, su obra – recién estrenado el siglo XXI cuando estaba inmerso en la confección de mi tesina/suficiencia investigadora con la que concluía el periodo de cursos de doctorado y antes de embarcarme en el ingente trabajo que supone una tesis doctoral, la cual, por cierto, presenté con éxito a finales de 2020. Johnston entraba en mis planes iniciales de investigación doctoral, pero finalmente la descarté porque su obra no terminaba de encajar al cien por cien con mis propósitos. Después de leerla con profusión en los primeros años 2000, Johnston cayó para mí en una suerte de sueño de los justos del que fui despertado recientemente gracias a que Automática editorial rescató un magnífico libro suyo publicado en 1981, Las luces azules. Y casi a la par que me hacía con el libro, me enteraba de la muerte de la autora el pasado 25 de febrero a los 95 años en su Irlanda natal. Por tanto, valga esta reseña como merecido homenaje a la creadora de títulos tan necesarios para la literatura irlandesa como Shadows On Our Skin, The Railway Station Man o The Gingerbread Woman.   

Las luces azules – curiosa traducción del original The Christmas Tree – es una novela con el marchamo inconfundible de Johnston, no solo en lo que respecta al estilo sino también en lo tocante al tratamiento del contenido. Este libro reúne los aspectos más característicos de la obra de la autora irlandesa que le han valido su originalidad, su estilo propio y, todo sea dicho de paso, el reconocimiento tanto de la crítica como del público lector. El tono intimista, casi lírico en ocasiones, de la narración es una de esas características marca de la casa que tanto nos gusta en la autora.

La novela cuenta la historia de Constance Keating desde su infancia hasta el crítico momento en el que se encuentra en el presente de la narración. La protagonista, criada en un ambiente decididamente burgués y alejada de las penurias que la mayoría de sus coetáneos pasaban en la depauperada Irlanda de los años 50 y 60, se enfrente a una crisis personal que recuerda, salvando las distancias de clase y de enfoque, el malestar de aquellos Angry Young Men británicos capitaneados en la década de los 50 del siglo pasado por autores tan notables como Alan Sillitoe, John Osborne o Kingsley Amis. Constance resuelve dicha crisis con una huida literal a Inglaterra donde tratará de forjarse un futuro como escritora. 

En otro orden de cosas, entendemos que la importancia de esta novela reside fundamentalmente en el tratamiento que hace Johnston sobre ciertos asuntos que trascienden lo particular y terminan apelando a cualquier lector, independientemente de orígenes, culturas u otro condicionante contextual. O, dicho de otra manera, el tratamiento que Johnston hace desde lo cercano de temas tan universales como la muerte, las relaciones familiares o la maternidad es lo que hace grande esta novela, en particular, y la obra de Jennifer Johnston, en general. Entre estos asuntos, cabe destacar uno que en la sociedad irlandesa de la época chirriaba y no es otro que la libertad que Constance ejerce a la hora de tomar sus propias decisiones. No podemos olvidar que en el momento en el que se publicó el libro Irlanda seguía – y en cierta manera todavía sigue hoy – siendo un país bastante conservador si lo comparamos con los países del entorno cultural occidental. El peso ideológico ejercido por la jerarquía católica sobre la población de la república irlandesa, en este caso en cuanto al papel de la mujer en la sociedad, era insoportable y totalmente castrante. Constance, con las decisiones que va adoptando, primero, mientras vive en Irlanda y, después, cuando decide marcharse a Londres rompe decididamente con el rol que la sociedad le supone, rompe con esos estándares patriarcales que asfixiaban a las mujeres. Eso sí, si se nos permite, debemos añadir un matiz que creemos importante: siempre es más fácil romper con la tradición y derribar barreras, esto es, emanciparse, si tienes dinero. Este elemento clasista viene a confirmar un hecho que se repite en muchos contextos de ruptura y que no debemos perder de vista.

Para concluir esta reseña-homenaje, habría que señalar la importancia que Johnston ha tenido para generaciones posteriores de escritoras tanto al norte como al sur de Irlanda entre las que podríamos destacar a dos grandes, Deirdre Madden y Anna Burns, en cuyas novelas se respira ese intimismo lírico tan característico de Johnston.

Las luces azules. (Automática Editorial, 2024) | Jennifer Johnston | Traducción de Lucía Barahona Lorenzo | 208 páginas | 20,00 euros.

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