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Un hombre es todos los hombres

holoceno

El hombre aparece en el Holoceno

Max Frisch

Alpha Decay, 2014. Colección “Héroes Modernos”

ISBN: 978-84-92837-23-6

136 páginas

14,90 €

Traducción de Eustaquio Barjau

 

 

José M. López

Tan solo por sus dos primeras novelas, No soy Stiller (1954) y Homo Faber (1957),  Max Frisch debe ser considerado, en mi opinión, uno de los grandes escritores en alemán del siglo XX. Este arquitecto suizo escribió también numerosas obras dramáticas de corte “brechtiano”, trabajó como reportero, y se mostró abiertamente en contra de los arrebatos del nazismo. Murió de cáncer a principios de los noventa, y ya antes había sido reconocido con los grandes premios de la literatura alemana. Hoy los seguidores de Frisch debemos sentirnos de enhorabuena, y agradecer a la editorial Alpha Decay la aparición en nuestras librerías de su penúltima a novela, El hombre aparece en el Holoceno (1979). Es cierto que estamos ante una obra menor, por tamaño y calidad, dentro de la vasta bibliografía del suizo, pero en ella encontramos ya dos de las cualidades que definen su maestría como escritor: su precisión estructural y la naturalidad a la hora de tratar temas de especial relevancia para todo ser humano.

En cuanto al primer aspecto, El Hombre aparece en el Holoceno posee la misma limpieza arquitectónica que sus grandes obras. La historia es sencilla: Geiser es un anciano decrépito que vive solo y aislado en su casa del cantón de Tesino. Su vida se ha visto reducida en estos momentos a la mera contemplación de los acontecimientos más rutinarios, como la regularidad del correo, las esporádicas visitas a la carnicería o la necesidad de calentarse por enésima vez la sopa Minestrone. La única forma que este hombre tiene de seguir aferrándose  a la vida, o a la lucidez, es empapelar las paredes de su casa con textos e imágenes de una vieja enciclopedia, que le recuerdan datos tan esenciales como la fisiología de los primeros dinosaurios, los tipos de lluvia, o que el hombre aparece en el Holoceno. La desesperante normalidad de su día a día se ve punteada por las continuas referencias culturales con las que este anciano cada vez más senil va forrando su casa. Este ‘continuum’ narrativo solo es interrumpido justo a mitad del libro por un viaje “odiseico”, y quizás irreal,  que se propone el viejo, una excursión de unas horas a través de los valles que rodean su casa. Pero el viaje no sirve para redimirle, ya que, asustado por las adversidades de la naturaleza y la noche, decide volver a su hogar, a su cotidianidad y a los conocimientos enciclopédicos que tapizan sus muros. A pesar de que las críticas hablan de que en este libro encontramos un “monólogo interior” contra la soledad y la muerte, esto no es exactamente así. Frisch elige una opción mejor: decide alejarse del protagonista y contar la gradual decadencia de este hombre en tercera persona, a través de un estilo indirecto libre que hace que nos identifiquemos con él, pero de lejos, dotando a la narración de una frialdad amenazadora y culpable.

En cuanto a los temas, aquí encontramos las inquietudes típicas de las otras novelas del autor: el compromiso social, la omnipresencia de la muerte y, sobre todo, la preocupación por la propia identidad. En la mayoría de sus obras hallamos un hombre que recorre un periplo vital en busca de su propio “yo”. La novedad reside en que en El hombre aparece en el Holoceno encontramos a un Frisch ya casi septuagenario, que observa que esa identidad que ha perseguido toda su vida ahora se ve seriamente amenazada por un enemigo último e invencible: la vejez y la demencia que esta conlleva. Geiser está olvidando quién es debido a su propia senectud. La batalla parece perdida, pero el anciano termina agarrándose al último clavo que puede conectarle con su propio “yo”: el saber, el conocimiento que lo define no como ser individual sino como ser social y colectivo. Porque el protagonista sabe, al menos, que la historia de un hombre no es más que la de todos los hombres, y que la trayectoria de la humanidad está por encima de anecdotarios personales.

En definitiva, me ha alegrado mucho  volver a leer a un autor al que hacía años que no me acercaba. Y la lectura de El Hombre aparece en el Holoceno me ha recordado que nos encontramos ante un escritor de peso. En mi opinión, y corrigiéndome a mí mismo en esta misma reseña, uno de los mejores escritores del siglo veinte en cualquier lengua. Un clásico, vamos.

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