EDUARDO CRUZ ACILLONA | Dice quien cultiva el aforismo o la poesía, bien como lector, bien como escritor, tanto monta en este caso, que en los silencios, en los huecos en blanco, en las entre líneas, se encuentra lo más sólido, lo más perdurable, lo más exquisito de la propuesta literaria, del mensaje que aspira a trascender.
Jaén Bernuz va incluso más allá y utiliza el silencio a su antojo: lo amasa, lo acuna, pinta grafitis sobre él, se lo coloca en la cara a modo de una provocativa máscara de carnaval, lo cuelga de la pared para que no marque las horas… “Porque el silencio es la palabra sin tiempo”, termina afirmando de manera contundente, como queriendo zanjar su ars poética de un solo y enérgico trazo, a modo de categórico titular.
Parecen sus aforismos poemas en prosa con sordina, y sus poemas en prosa semejan aforismos que se ríen del poeta y viceversa (“lamento comunicarle que ha sido usted padre… es poeta”), poemas que hablan de poesía como si de un ente ajeno a sus propios versos se tratara, metapoesía disfrazada en ocasiones de certeros aforismos que, recubiertos por la pátina del silencio, quedan enmarcados en esa neocategoría literaria que el propio poeta ha dado en llamar “afonismo”:
“Hermano del olvido, hijo bastardo de la soledad, es el silencio”.
Y aunque, en palabras de Benedetti, “el olvido está lleno de memoria”, para Jaén, el olvido “es la forma más eficiente que la memoria tiene de perder el tiempo”.
El autor construye precisas y preciosas metáforas sobre el amor, sobre la vida, y las sumerge en el silencio para que éste les dé la textura suave y la forma redonda que terminan adquiriendo, resultando una colección de poemas encadenados de gran originalidad, más si cabe tratando asuntos tales como el silencio o el olvido, temas recurrentes en el imaginario poético desde que el verso es verso.
El recorrido literario de Jaén, afianzado con su anterior poemario, Un millón de carpinteros que hacen ataúdes sin cruz, de profundas y lorquianas referencias, y que le hizo merecedor del XXII Premio de Poesía Ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, le consolida como poeta de altos vuelos, íntegro y valiente, profundo y cercano, elegante y directo, comprometido y original. A caballo entre Valente (“A veces / no me acuerdo de ti / ¿también esto es la muerte?”) y Szymborska (“Tomo palabras corrientes, robo en los diccionarios, las mido, sopeso y examino: con ninguna atino”), entre el ya citado Benedetti (“Hay pocas cosas / tan ensordecedoras / como el silencio”) y Gloria Fuertes (“Lo mejor del olvido es el recuerdo…”), no puede por menos que rendirse ante las palabras de Clara Obligado que, expresadas con su particular voz, suenan más a advertencia que a confesión: “Nada de lo que recordamos es verdad, nada de lo que imaginamos es mentira”.
Leer estos afonismos, leer estos poemas, es la mejor manera de perder el tiempo en beneficio propio. Sólo requiere de un poco de silencio a su alrededor para tener la certeza de que, pasado el tiempo, el olvido no hará mella en el recuerdo de estos poemas.
(El poemario Afonismos y otras formas de perder el tiempo resultó ganador del Certamen Internacional de Poesía Ciudad de Lepe 2021)
Reseña publicada con anterioridad en la web de Tres Pies al Gato.
Afonismos y otras formas de perder el tiempo (Ayuntamiento de Lepe, 2021) | J. M. Jaén Bernuz | 62 pags. | Edición no venal