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Una luz en la Gran Oscuridad

JESÚS COTTA | Dos son las concepciones fundamentales de la poesía en palabras del catedrático Rogelio Reyes: la primera pone “el acento en el valor del lenguaje, y la segunda en la lucidez interior del poeta”. Se puede concluir, por tanto, que también se pueden reducir a dos las maneras de hablar de la poesía: como de un primoroso oficio o como de una experiencia de las cosas más alta y, a la vez, más honda. Por eso hay poéticas que son más bien un manual de prosodia o una lista de consejos, y otras que son más bien un balbuceo acerca de lo inefable. Entre los juegos florales y la mística va y viene la poesía, y hay una distancia inmensa entre un extremo y otro, pero, a la vez, es posible encontrar el camino que sube de un lado al otro, y también el que desciende.

José Mateos es más deudor de la segunda concepción de la poesía que de la primera y, por ello, la poética de estas 99 divinanzas sobre la poesía (por cierto, el término de divinanza para tales menesteres me parece todo un hallazgo) nos ofrece una poética que no es un manual ni un conjunto de consejos de poeta experimentado, sino una indagación, a pecho descubierto y con el corazón en la mano, de lo que es el hecho poético: qué exige al poeta, qué aporta al mundo, qué pone el lector y qué el escritor… Pero dado que José Mateos, además de un pensador intuitivo, es un poeta consumado, también ofrece unas reflexiones que acaban siendo excelentes consejos para todos los que tengan oído para oír, es decir, para los que conceden en su tiempo y en su sensibilidad el puesto más alto a la poesía. Por ello, quienes más partido le pueden sacar a este librito quizá sean los lectores exigentes de poesía y los poetas que crean estar haciendo algo más grande que juntar bien las palabras y decir cosas bonitas; no obstante lo cual, también tiene algo que decir a los que acuden a la poesía como meros orfebres del lenguaje y a los que desprecian la orfebrería porque creen que todo lo que se les ocurre en verso está en un idioma sagrado: a los primeros, les recuerda que un poema hecho solo con oficio no despega del suelo; y a los segundos, que un poema, sin el buen hacer del poeta, no echa a volar por más alas que la inspiración haya regalado al poeta. José Mateos, que además es un faro y guía de poetas, sabe bien que para que haya un buen poema, o mejor dicho, para que las palabras de un poema digan lo indecible del modo menos patoso posible, son necesarios dos elementos: oficio e inspiración. La primera viene del cielo; adquirir la segunda sí que está en manos del poeta. Así que ese es el planteamiento de estas 99 divinanzas: tener los pies bien puestos en el suelo, pero con la mirada puesta en lo alto.

Este librito, en fin, no es ni un tratado ni un manual ni una poética personal de lo que un poeta concreto entiende por poesía, sino un poco de esas tres cosas sin ser ninguna de ellas: es lo que un poeta con mucho oficio y bendecido con mucha inspiración es capaz de decirnos acerca de qué es poesía.

Una profunda convicción recorre todo el libro: el poeta está abocado a una tarea tan imposible como noble e insustituible, la de decir lo indecible. Todo el que se haya sentido tocado por la inspiración y se haya devanado los sesos y haya emborronado muchas hojas hasta lograr decir con palabras algo parecido a lo que sin palabras sintió, sabrá lo imposible que es ese cometido de tocar, sin profanarla, la misteriosa belleza que sostiene el mundo, con palabras incapaces de hacerle justicia, porque las palabras no reflejan la maravilla de las cosas, sino que solo las designan; pero a la vez sabrá lo necesaria que es esa labor de acercarse, con las palabras menos chillonas, al Silencio. El poeta quiere cazar estrellas con una red, meter el mar en un hoyo, poner en sus hexámetros el fuego a bailar sin que nos queme. Y al servicio de tan alta misión hay que poner no ya todas las reglas de la prosodia, el ritmo y la rima sino, también todo nuestro sentido del ritmo, toda nuestra imaginación de poetas, nuestra emoción, nuestra sensibilidad, todo nuestro conocimiento del lenguaje y de la tradición, para que, aunque nunca dé a la caza alcance, logre el poema con nuestras palabras terrestres acercarse a lo celeste, o al menos tocar el Misterio con la resonancia de los versos. Cuanto más se despegan del suelo y del ruido los versos para acercarse al cielo y al silencio, más bellos nos parecen porque mayor es su capacidad de mostrarnos cuán grande e inabarcable es ese Misterio que nos quería revelar. Cuanta más luz proyecta la poesía en la catedral infinita del mundo, más muestra lo infinita e imposible de iluminar que es.

Yo nunca había leído ni oído reflexiones tan interesantes sobre el riesgo y las aportaciones del recurso prosódico de la rima: el riesgo es que se note que la rima ha forzado el discurso y la aportación es que crea conexiones conceptuales sonoras y sensoriales que sin ella no existirían y que contribuyen a la atmósfera del poema.

Hay también curas de humildad para el poeta, siempre tentado de considerarse un ser superior por decir cosas superiores: la génesis del poema no consiste en lo que hace la personalidad del poeta con las cosas sino lo que las cosas hacen con la personalidad ya vaciada del poeta y, por ello, la verdadera vocación del poema es el anonimato, la desaparición del autor. “Lo importante en un poema no es lo que uno ha escrito, sino lo que uno es capaz de hacer que vuelva con lo que uno ha escrito”. Y “Nos engañan las palabras: son ellas las que nos escriben”, las que nos obligan a seguir ciertas trayectorias, las que, al juntarse, abren caminos insospechados, porque las palabras tienen ese poder: les queda ese rastro luminoso de lo que fueron cuando, en boca de Dios, creaban lo que acababan de nombrar. Por eso, “Las buenas metáforas desnudan los ojos”, nos los limpian de esas escamas que les impiden ver las cosas tan bellas como son, con esa vibración que tenían en el Edén.

Bienvenido, pues, este libro con una apuesta tan decidida y bien fundamentada de lo que es la poesía, de lo que lenguaje poético es capaz de hacer con nosotros, de cuánto nos eleva, de cuánto nos acerca a lo que es más grande que nosotros pero que está también dentro de nosotros.

Un pensamiento sin máscara. 99 divinanzas sobre la poesía (Editorial Cypress, 2022) |José Mateos |70 páginas |12 euros

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