Sloam Wilson
Libros del Asteroide, 2009
ISBN: 978-84-9266-301-9
375 páginas
21,95 €
Traducción de Baldomero Porta
Prólogo de Jonathan Franzen
Manuel Haro
Este es, con un severo corte de pelo, el hilo argumental de El hombre del traje gris, novela que bascula entre el pasado y el presente de Thomas R. Rath. El pasado se vincula con la decadencia de una familia pudiente, con la muerte de un padre en accidente de tráfico después de volver de los campos de batalla de la Gran Guerra y con el sonido sordo e incesante de la propia experiencia del protagonista en la 2ª Guerra Mundial. Por otro lado, el presente, en sórdido contraste con ese tiempo dejado atrás, aparece moteado por la fatua necesidad de ascender socialmente a partir del hogar y el trabajo. Ese ascenso laboral enfrenta al hombre del traje gris con el recuerdo de su vida en Europa, de un color intenso, a veces dramático (la muerte en el campo de batalla), a veces poético (siete semanas junto a María, una italiana que le hará olvidar la cruda realidad de la contienda y a la que se dará con sincero amor), pero sin duda más vívido que su actual y gris existencia.
Sloam Wilson (Norwalk, 1920-Virginia, 2003) supo extraer de su propia experiencia como soldado en buques de marina durante la guerra la carne que palpita entre estas páginas. La novela El hombre del traje gris se publicó en 1955; su posterior adaptación cinematográfica con Gregory Peck como protagonista le permitió a su autor dedicarse por entero a la escritura, aunque ninguno de sus títulos alcanzaría tanto reconocimiento por parte de sus lectores. Con una escritura contrapuntística, que muestra magistralmente la imposibilidad de volver a la casilla de salida tras el bagaje brutal de la guerra, hace hablar a los vencedores-vencidos que tuvieron la oportunidad de volver: “Entre la paz y la guerra hay que trazar una línea clara; el pasado hay que olvidarlo”, pensará Tom. Ese contrapunto de la experiencia bélica que puede observarse en gran parte de la obra surge con fuerza en el crudo monólogo interior del personaje principal. La novela está repleta de diálogos agudos y brinda una visión veraz del mundo de la publicidad, el derecho y la especulación inmobiliaria (el capítulo XXI es un utilísimo opúsculo aún hoy de cómo funciona el negocio). Tal vez, como ocurriera con el film Los mejores años de nuestra vida (William Wyler, 1946), al final de la obra hay cierta concesión al sentimentalismo y una conclusión algo tendente a la redondez, lo cual no despoja de valor a una novela que se lee con entusiasmo y emoción.
La vuelta de los soldados estadounidenses a su país tras la 2ª Guerra Mundial vino acompañada de la promesa prometeica que se le hace a los vencedores: disfrutar del robo del fuego a los dioses olímpicos como festín ganado a la historia. Pero esto, para muchos, no fue así. Tal vez la clave la regaló el protagonista en estas palabras: “El secreto está en aprender a creer que vivimos en un mundo completamente inconexo, en un mundo demente en el que lo que ahora es verdad entonces no lo era”.