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Vacío perfecto

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Nuestro modo de vida

Fogwill

Alfaguara, 2014

ISBN: 978-9870-432-95-1

224 páginas

18 €

 

 

 

Alejandro Luque

En Un guión para Artkino, Rodolfo Fogwill ofrecía como recompensa un lote de libros autografiados a quien le diera pistas de los manuscritos perdidos Memoria romana, La clase, Nuestro modo de vida y Los Estados Unidos. Cuatro años después de la muerte del argentino, aparece el tercero de los títulos citados por cortesía de Mariana Domic Radtschenko, a quien Fogwill le confiaría el original en 1981 con la esperanza de que llegara a buenas manos.

Es decir, estamos ante el debut -salvo que próximos hallazgos lo desmientan- de Fogwill como narrador de largo aliento, anterior incluso a Los Pichiciegos. Y como ésta, Nuestro modo de vida es una novela escrita en tiempo real: si aquélla relataba una peripecia de la guerra de las Malvinas mientras tenía lugar el conflicto, esta rescatada obra aborda la banalización de la clase media justo en los años en que empezaban a cristalizar ciertas transformaciones.

Según explicaba el propio autor, su objetivo era “plagiar” una novela de César Aira desarrollando dos temas centrales: “La cuestión de la pareja y el problema de la división entre lo de afuera y lo de dentro”. Al comienzo, dos sucesos sacuden la tranquila vida de Fernando, un ejecutivo con opciones de ascender: una es descubrir que su automóvil es blanco, mientras todo el mundo parece tener un coche azul. La segunda es preguntarse, mientras abre latas de conservas con su mujer, qué tipos de animales contienen, pues resulta imposible determinarlo examinando su aspecto.

Quienes conocieron en vida a Fogwill probablemente lo recordarán como uno de los personajes más locamente divertidos que hayan conocido nunca. Sus ficciones, sin embargo, resultan a menudo algo inquietantes. No olvidemos que antes de revelarse como gran narrador, el quilmeño fue sociólogo y desempeñó también con éxito labores de publicista. Es decir, su mirada lograba penetrar los movimientos sociales de ese cambio de década, y al mismo tiempo conocía los mecanismos con que el mercado moldeaba las masas a su capricho.

Y eso precisamente lo que articula esta novela extraña, excéntrica: la voluntad del autor de vestirse de Kafka sospechando que la trampa para el individuo de los nuevos tiempos no sería la burocracia, sino el consumo. En este sentido, la  tensión entre el afuera y el adentro no tiene nada que ver con el cuerpo físico ni el social, sino entre esencia y apariencia, realidad y deseo. “Furtivo, el mundo de los deseos satisfechos era intangible, inexistente -pensaba Fernando- pero: ¿es que acaso podría uno vivir bajo esa cáscara sufriente de la realidad si no existiese la posibilidad de invocar ese mundo nutricio, la eternidad prometida del paraíso de la satisfacción?”, reza un pasaje, para apuntar más adelante: “La alegría es esto: poder hacer sonar las notas accidentales de la vida, comprar un auto que se desea, satisfacer un pequeño capricho dentro de la armonía del todo” .

La escritura de Fogwill amplía el foco para recrear situaciones estrambóticas (una fiesta con japoneses, un asalto) como poner el zoom para describir detalles casi microscópicos. En ambos casos, no estamos ni mucho menos ante un primerizo titubeante, sino ante un tipo condenadamente consciente de su virtuosismo con las letras, y tal vez muy adelantado a su tiempo.

Muy cerca del matrimonio protagonista se producen accidentes atroces, pero la muerte es algo que siempre le sucede a los otros. A nuestra pareja solo le importa construir, con tesón y pagando en cómodos plazos, su redondo y perfecto vacío.

[Publicado en Mercurio]

admin

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