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Vendrá el futuro y tendrá tus ojos (una vez más)

¿No has escuchado All you need is love en el anuncio de Orange? A la gente le importa un pito la canción original. ¡La que le gusta es esta!

BRUNO GALINDO

ALFONSO GARCÍA-VILLALBA | Tal vez vivamos en una época estúpida (y desalentadora e infantil, narcisista). Sin decirlo directamente (y ahí está la gracia) Bruno Galindo nos lo susurra en las páginas de Remake (Aristas Martínez, 2020): una novela donde se radiografía esta era de egotismo vacío, simulación ficcional y nostalgias cadáveres. La lectura de Remake confirma que habitamos un desierto de signos que no son más que ecos del pasado: resonancias siniestras de la clonación cultural a la que asistimos hipnotizados por el canto de sirena de la recreación de la que ya hablara (en el campo estrictamente musical) Simon Reynolds en su ensayo Retromanía.

La manía de usar retrovisores (y mirar hacia atrás) revela la incapacidad de dirigir nuestros ojos hacia el futuro, como si el presente solamente pudiera ser escrito a través de la repetición del pasado, del sampleo de aquello que sucedió (estudiar en la EGB y comprar el libro sobre esa etapa educativa, asistir en Benidorm a una actuación del doble oficial de Michael Jackson o que Michael Haneke se autosampleara en Funny Games). El modus operandi de la repetición tiene que ver, en la novela de Bruno Galindo, con una forma (fácil) de sentir.  Una forma de experimentar aquello que conoces, aquello que sabes que te gusta pero que, finalmente, pueda llegar a aturdir o disgustar (tal y como nos sugieren los pensamientos del director de cine sobre el que gira la trama de esta novela):

“(…) esa impresión de insatisfacción. Esa incapacidad de reconectar con las viejas sensaciones. Esa distancia insalvable entre el tiempo presente y el pasado (…)”.

No sentir, no conocer nada nuevo, dejar de descubrir, no imaginar. Todo eso que tiene que ver con una generación derrotada (y desesperada) por la realidad, como sugiere Bruno Galindo en relación con las promesas del 15M:

“Y nadie ha cumplido su promesa de dinamitar el sistema”.

No saber sentir algo nuevo (no emocionarte, ignorar qué hacer dentro de un rato, no vibrar): cancelar el futuro, exterminar el porvenir (más o menos lo que sucede en nuestra cotidianidad: callejones sin salida, agujeros negros, compartimentos estanco). Repetir, reiterar, reescribir. La pesadez del déjà vu: cloroformo de la conciencia.

Aquello a lo que asistimos en la novela nos sugiere un repertorio de preguntas: desde la nueva versión de una película de Einsenstein a la fiesta de cumpleaños de un productor cinematográfico que se caracteriza por hacer un revival de diferentes momentos de su vida. ¿Por qué no mirar hacia atrás si el presente se encuentra en estado de ruina técnica? ¿Por qué no ser retrospectivo y dejar la futurabilidad para la semana que viene (o para nunca, para otros)? ¿Tal vez porque habitamos un mundo en descomposición y esa desintegración se tatúa en la conciencia de modo que el tópico que nos dice al oído cualquier tiempo pasado fue mejor (Manrique Reloaded) hace bucle en nuestras cabecitas llenas de pensamientos parásito?

En Remake, Bruno Galindo desliza (en modo ritornello: esa palabra juguete que Guattari/Deleuze barajaban como prestidigitadores en Mil mesetas) la idea de que el mundo (o la vida) es representación, teatro. Igual que lo hiciera Calderón de la Barca (La vida es sueño, El Gran teatro del Mundo). Igual que Baudrillard con sus teorías del simulacro. Sin embargo, aquí la ficción es la performatización de la nostalgia, de los recuerdos:

“Quién quiere vivir algo nuevo cuando se puede revivir algo ya conocido”.

Aquí no hay “teatro” (en el modo en que lo hace, por ejemplo, Yorgos Lanthinos en Alpes): en Remake (solamente) te tropiezas con el modo REPEAT de la conciencia (eso que no te perturba, eso que te gusta porque es bueno para ti o que es bueno para ti porque te gusta).  

Tal vez mirar atrás (de forma compulsiva) sea grato para aquellos que se sienten incómodos con el horizonte: con Remake, en cambio, parecemos adentrarnos en él.

Remake (Aristas Martínez, 2020) | Bruno Galindo | 192 páginas| 20€

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