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Venganza a la sarda

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La viuda descalza

Salvatore Niffoi

Malpaso, 2014

ISBN: 978-84-15996-39-2

192 páginas

17,50 €

Traducción de Celia Filipetto

Premio Campiello 2006

 

 

Alejandro Luque

Si hubiéramos de definir la literatura de Cerdeña por los libros que se han traducido al español, podríamos afirmar sin temor a equivocarnos que ésta se mueve entre dos coordenadas: la muerte, omnipresente en todos los aspectos de la cotidianidad, y el mundo rural, verdadero magma de leyendas, rico en saberes ancestrales y también en códigos más o menos salvajes.

Basta recitar la lista de sus autores más notables, desde Satta a la Murgia, pasando por los espléndidos Marcelo FoisGiorgio Todde, para comprobar que los citados parámetros funcionan. Incluso la Nobel Grazia Deledda se mueve cautamente entre ellos para desarrollar sus ficciones veristas (otro día explicamos por qué Milena Agus es otra cosa). Y a esta tradición viene a adscribirse ahora un joven autor, Salvatore Niffoi, con La viuda descalza, merecedora del prestigioso premio Campiello en 2006.

No resulta tan fácil, sin embargo, etiquetar esta obra que tiene un punto de partida claramente ‘noir’, ese momento en que una mujer recibe el cadáver de su marido brutalmente descuartizado. Descubrir al autor o los autores de ese crimen será el gancho argumental de una novela que, por otra parte, escapa de los estereotipos negrocriminales al uso. De hecho, muchos pasajes de La viuda descalza están más cerca del tremendismo a lo Cela que de la pesquisa a lo Dashiell Hammett, aunque uno y otra confluyan en la vocación de radiografiar una sociedad y un tiempo concretos.

En el recuento de su peripecia vital, la viuda Mintonia Savuccu describe los usos y costumbres de su región de origen, la Barbagia, de la que su esposo, Miccheddu, que la enamoró siendo apenas una niña, era uno de esos legendarios bandidos que Vittorio de Seta inmortalizó en Banditi di Orgosolo. Pero lo que se enfrenta en la narración, en el fondo, es la ley oficial y la costumbre, la justicia ordinaria y la del Talión. Huelga decir que la sed de venganza acaba imponiéndose por mandato natural, como si no hubiera otro modo de reparar el crimen y redimir a sus víctimas.

Por otra parte, todo está narrado en clave de tragedia griega, bajo la tiranía de destinos rígidos y atroces, y con esa voz de la yaya que, haciendo las veces de coro, remata cada capítulo con una canción en sardo. Sin querer desvelar los detalles del desenlace, sí resulta destacable una cosa, y es el modo en que la venganza, esa venganza a la sarda tan cargada de fatalidad, que se huele casi desde la primera línea, es lo único que logrará sacar a Mintonia de su espacio natural. Es decir, que el personaje vive preso de la sociedad y sus códigos, pero mediante la realización de éstos encuentra la única llave posible para escapar.

Con una lujosa edición a cargo de Malpaso, y una traducción valiente de Celia Filipetto –quien se faja bien con los escollos del sardo y traslada fielmente a nuestro idioma la exuberante prosa del autor–, Niffoi se presenta en España como un dignísimo sucesor de los grandes nombres citados. Con ocho títulos más en su bibliografía, que esperamos ir viendo traducidos poco a poco, solo falta comprobar si hay entre ellos alguna historia que no sea tan truculenta y campestre como las que suele prodigar la isla.

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