Nos han robado un ángel
Jesús Munárriz
Entorno Gráfico, 2013. Colección «O Gato Que Ri»
ISBN: 978-84-941061-7-0
79 páginas
10 €
Juan Carlos Sierra
Jesús Munárriz no engaña a nadie, y menos a sus lectores. Desde casi el inicio de su último libro Nos han robado un ángel, más concretamente en el poema titulado «La voz», último de su primera sección, deja claro su punto de partida, ahora y siempre: “El personaje que habla en mis poemas,/ lo siento, sí soy yo, aunque esté mal decirlo;/ en ese personaje podéis ver mi retrato,/ no me gusta mentiros”. En estos versos, además, se aprecia el tono que predomina en el libro que es objeto de esta reseña: conversacional, realista, directo, limpio, de regusto clásico en muchas ocasiones, pero sin alharacas ni estridencias retóricas. Son estos los ingredientes con los que Jesús Munárriz ha construido Nos han robado un ángel y buena parte de su poesía más reciente.
Este personaje poético desnudo y sincero, este yo realista, contempla la vida que lo rodea y la interpreta para el lector que quiera acercarse a ella.
El libro parte de un suceso directamente relacionado con su vida cotidiana, del que se extrae su título: el robo el 6 de noviembre de 2008 de una talla de un ángel del siglo XVIII que presidía la librería de su editorial, Hiperión, en la madrileña calle de Salustiano Olózaga. De hecho, el primer texto del poemario es una invitación-aviso al lector, acompañada de una foto del ángel robado, por si acaso este se topa con esta figura y puede denunciar el hecho o directamente devolverlo a su legítimo dueño. No sé si cabe interpretar este hecho como la única posible utilidad de la literatura en estos tiempos pragmáticos o como un guiño al lector para que sepa lo que le espera si decide adentrarse en el libro: no se trata del ángel y el robo como metáfora de la pérdida de un tiempo de bondad e ingenuidad, sino de la más pura y prosaica -y desgraciada para el autor- realidad.
La primera sección de las seis en que está dividido Nos han robado un ángel es quizá la más deslavazada de todas puesto que en ella no se aprecia una unidad temática clara, como sí la hay en el resto de sus secciones. No obstante, los ángeles sobrevuelan los poemas contenidos en ella, ya sean en la versión cleptómana del título -«Desangelados»- o en su interpretación actualizada – «Ángeles»-. En cualquier caso, el poema que la cierra y que comentamos anteriormente, «La voz», bien puede valer como pórtico que da sentido y coherencia al conjunto del poemario.
El resto de apartados que conforma Nos han robado un ángel contiene al Munárriz vitalista, celebratorio y profundamente comprometido con la poesía de siempre. Así, en la segunda sección del libro arremete contra los censores diacrónicos del sexo y brinda por los que han difundido -«Última voluntad», dedicado al creador de la revista Playboy– o los que lo practican -«Romanza anónima»-. La poesía será el eje alrededor del que gire la tercera parte, unas veces en tono elegíaco al hablar de Aldana, Huarte, Heine o Manuel Vázquez Montalbán, y otras desde una perspectiva más cercana, más cotidiana -«Para algo sirve»- e incluso crítica o sarcástica -«Consejos y advertencias del poeta precavido»-.
Las dos siguientes secciones contienen al Munárriz más social, pero que no se deja engañar por lo panfletario. Por aquí, en clave más histórica, desfila en el poema «In memoriam» aquella gente corriente a la que le tocó defender Madrid del levantamiento fascista -“eran como nosotros, no los mitifiquemos”-, la infancia del poeta entre claroscuros durante los años cuarenta y un aviso a jóvenes navegantes en materia de libertad, especialmente de libertad sexual, muy pertinente dadas las circunstancias políticas que vivimos -«Con alevosía»-. Con la mirada puesta más en el presente y a veces más allá de la piel de toro, se completa en la quinta parte del libro esta perspectiva social, que se cierra en el poema «A Blas de Otero en 2010» con un resumen de los sueños rotos por el violento siglo XX y el de momento poco esperanzador siglo XXI.
Como en una especie de ‘ringkomposition’ o composición anular, Nos han robado un ángel vuelve en su última sección, después de un viaje por el exterior, al yo de «La voz», a la primera persona que compone estos poemas para hablar desde él mismo y de sus circunstancias al cabo de una vida a la que intuye que le van quedando pocos poemas que componer, aunque uno de ellos se retrotraiga humorísticamente a la infancia -«Detalle»-. En este sentido, son especialmente emotivos los dos penúltimos poemas del libro. En ellos se conjuga en plural esta primera persona para hablar entre bromas y veras de lo que han sido dos vidas resumidas en una.
Esta presencia de la muerte, desde una perspectiva unas veces solemne y casi existencial -«Vida/muerte» de la primera parte del libro- y otras añadiéndole un tono jocoso como en ‘Aviso’, la necrológica anticipada que cierra Nos han robado un ángel, supone una novedad en la poesía de Jesús Munárriz. Y es que el poeta no engaña a nadie -ya lo sabemos-. No puede ser de otra manera cuando se trata de hablar desde el yo real, el yo que ya ha cumplido los 73 y que es consciente de que esta fiesta de la vida puede estar cerca de finalizar. No obstante, mientras dure la música y corra el alcohol de los versos, emborrachémonos juntos y que Jesús Munárriz nos invite a más copas porque todavía nos queda noche que disfrutar.