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Dos poetas jondos al alimón

JOSÉ CENIZO | No es habitual la autoría compartida en la publicación de un libro, quiero decir sin que se distinga un autor (o autores) de otro (u otros). El caso que nos ocupa, la obra La herida abierta, está escrito por dos poetas al alimón, sin que podamos saber ni quién puso más ni siquiera quién puso qué. Bueno, es lo de menos, excepto para asuntos de derechos de autor.

Los dos poetas son José María Gómez Valero (Sevilla, 1976) y David Eloy Rodríguez (Cáceres, 1976), dos creadores premiados tanto por sus letras flamencas como por sus otras composiciones poéticas publicadas en varios libros (catorce el primero y seis el segundo). Ambos dirigen la editorial “Libros de la Herida” en Sevilla, cuya colección “Vivezas” recoge precisamente libros de coplas o letras flamencas. Han aparecido Coplas de nadie, de Francisco Díaz Velázquez; Deslengua, de Carmen Camacho, caso casi único de libro de autoría individual femenina; La puerta entorná, de Joaquín López Bustamante; y ahora este La herida abierta. Las ediciones, hay que decirlo, son de una gran elegancia y belleza, así da gusto leer, porque el envoltorio, lo paratextual sí es importante.

Se abre con un prólogo del maestro de la comunicación flamenca José María Velázquez-Gaztelu, al que tanto admiramos tantos. Con la hondura y precisión que le caracteriza, subraya que los autores escriben “con el temblor del respeto y también con la pasión del deslumbrado por el resplandor de la música”. José María y David, por su parte, en la introducción quieren dejar constancia de la “sagrada herencia” de textos y músicas que les preceden. Será por ello por lo que en el cierre dejan escrito que el libro se acabó de imprimir el verano de 2023, “año en el que celebramos el centenario del nacimiento de la inmortal Fernanda de Utrera”.

Tras esta “Casapuerta”, el libro en sí se divide en varias secciones: “Palabra flamenca”, “La herida abierta”, “¿Qué sabrá el reló de na?”, “La vida entera aprendiendo”, “Cantan ellas” y “Haikus flamencos”. Su contenido se relaciona con ellas; así, el amor y el desamor, la problemática social de la mujer, el paso del tiempo, la muerte, la madre, la reflexión filosófica, la denuncia, etc. Todo en formas muy reconocibles de la métrica estrictamente flamenca, como la soleá (de tres versos), la seguiriya, la copla o cuarteta asonantada, la quintilla, incluso hay otras formas de estilos como mirabrás o campanilleros.

A veces nos parece que alguna copla es menos flamenca que otra, digamos, o que hay un diminutivo forzado (“Esperandito los barcos / la vida se va pasando, / y al final nunca se encuentra / lo que se estaba buscando”, p. 37), o una rima y perfil más ingenuo o tópico (“Ya llegó la primavera, / su locura y su color, / y todos los animales / se dedican al amor”, p. 90). No obstante, la mayor parte del poemario alcanza calidad estética tanto desde un punto de vista flamenco como del, digamos, general, de forma que una buena selección nos daría un conjunto muy aprovechable de letras para el cante o simplemente para leerlas como meros poemas. Aquí unas muestras con las que nos despedimos felicitando a los autores por su obra y porque sus poemas y letras flamencas han sido llevadas a la canción y al cante por numerosos e importantes artistas (Juan Murube, Laura Vital, Esperanza Fernández, La Yiya, María Terremoto, Rocío Márquez, etc.). No está nada mal, el sueño de cualquier poeta que hace letras para el cante:

Enfrente de tu casa

las rosas del rosal

y los años que pasan.

El juego de ser mujer:

alguien reparte las cartas

con las que voy a perder.

Jartitos ya de mentiras

y de los sucios negocios

que a muchos traen la ruina

y riqueza pa unos pocos.

Yo le prometo a la luna

que si tú vienes conmigo

te amaré como a ninguna.

La herida abierta (Libros de la Herida, 2023) | José María Gómez Valero y David Eloy Rodríguez | 120 páginas | 12,30 euros.

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