LUIS ANTONIO SIERRA | Hace ya un par de décadas, y por cuestiones laborales, durante dos años di con mis huesos en los Estados Unidos. Para más señas, fui a parar a un pueblo del estado de Tejas llamado Jacksonville y localizado en lo que por allí llaman “el cinturón de la Biblia” – The Bible Belt en la lengua de Faulkner. Lógicamente, con esa denominación es fácil hacerse una idea del tipo de ideología predominante por esos lares, aunque, aparte de lo obvio, una cosa que llamó poderosísimamente mi atención fue que perviviera – si bien con matices – una forma de segregación que se remonta a los años posteriores a la liberación de los esclavos en aquel país. Los negros en Jacksonville vivían – y siguen haciéndolo mayoritariamente – al norte de las vías del tren que cruzan la ciudad. Esa frontera de hierro marca una separación que se evidencia en la degradación de las viviendas, en los viejos y descuidados coches que se ven aparcados, en la ausencia de servicios públicos – ya de por sí escasos en el país de la libertad –, etc.
Es más que evidente que la población negra en los Estados Unidos, al igual que otras minorías, lleva sufriendo el estigma de la segregación racial desde siempre y que, aunque no podemos negar que se ha avanzado en igualdad de derechos, sin embargo, todavía queda mucho camino que recorrer y prueba de ello es, por ejemplo, la existencia y empuje del movimiento Black Lives Matter. De esto va, entre otras cosas, la premiada y muy alabada por la crítica, Americanah, de Chimamanda Ngozi Adichie. Y quiero recalcar lo de “entre otras cosas” porque esta novela es, además, una historia de amor, de inmigración, de búsqueda de identidad, o de historia contemporánea de Nigeria, por mencionar algunos de los asuntos de esta caleidoscópica obra narrada por una mujer negra, de origen nigeriano, emigrada a los Estados Unidos y, para colmo, feminista; todo lo cual le ha hecho ganarse el afecto de la ultraderecha supremacista norteamericana como así se lo han demostrado en alguna ocasión.
Si nacer negro en Estados Unidos es ya una especie de maldición, ser negro y, además, provenir de un país africano puede ser ya el colmo de la segregación racial. Lo bueno de esta circunstancia – la de la narradora de la novela – es que ella nos da una perspectiva más nítida sobre el racismo en los Estados Unidos. Por encima del resto de asuntos tratados por Adichie, la problemática racial permea toda la novela y sirve como llamada de atención sobre todo a aquellos miembros más acomodados de la comunidad negra estadounidense que parecen – o pretenden – vivir ajenos a la problemática racial que también les afecta, aunque no quieran aceptarlo y pretendan blanquearse realizando de esta manera una suerte de traición a su propia gente. Como decía, ver reflejado esto desde la visión de una nigeriana afincada en los Estados Unidos le da un plus a la cuestión racial.
Como lectores ajenos en cierta manera a la realidad de los negros en los Estados Unidos, podemos caer en la tentación de pensar que esto no nos afecta porque sucede a miles de kilómetros de casa, que ese racismo sistemático y sistematizado no existe dentro de nuestras fronteras ya que aquí no se trajeron esclavos negros en masa y la uniformidad de color en España ha sido hegemónica hasta hace muy poco tiempo. Bueno, entiendo que esta afirmación puede tener algo de verdad, pero lo que Adichie cuenta puede ser extrapolable a nuestro país ya que no podemos olvidar que aquí también tenemos nuestros “negros” que no son otros que los gitanos, aparte de la amplia variedad de minorías raciales y culturales que han recalado en España en las últimas décadas y cuya convivencia no hemos sido capaces de solucionar del todo.
Como decíamos más arriba, Americanah es una novela de amplio espectro temático tanto en lo referente a la esfera de lo público como de lo privado. Dentro de este segundo ámbito, es interesante mencionar la evolución y el aprendizaje sentimental de su protagonista, Ifemelu, y su intermitente relación con Obinze, su amor de juventud. Chimamanda aporta una visión alejada de convencionalismos sociales y que a la protagonista le traerá no pocos conflictos tanto externos como internos de los que no siempre saldrá airosa. Solo por esto podría merecer la pena este libro, pero, como ya hemos mencionado, es tan variada su temática que su lectura puede llegar a convertirse casi en una obligación por su capacidad para apelar a los distintos intereses de un amplio espectro de público.
Americanah (Random House, 2022) | Chimamanda Ngozi Adichie | Traducción de Carlos Milla Soler | 616 páginas | 24,90 euros | Prólogo de Elvira Lindo