LUIS ANTONIO SIERRA | Nuestro país ha sufrido varias guerras civiles a lo largo de su historia, pero es cierto que cuando nos referimos a la “guerra civil”, siempre nos viene a la cabeza la que estalló tras el intento de golpe de estado fascista perpetrado por Franco, Mola, Yagüe, Millán Astray y compañía el 18 de julio de 1936. Como en todo choque fratricida, la contienda separó a muchas familias y hubo que escoger bando. En muchas ocasiones esta elección fue totalmente voluntaria, pero también hubo quienes se vieron forzados por las circunstancias, les pilló la guerra en un lugar concreto y fueron incluso movilizados contra sus simpatías políticas. Otros tuvieron tiempo de huir y refugiarse en lugares ideológicamente amables.
Según nos cuenta Joaquín Pérez Azaústre en su premiada novela El querido hermano, a Manuel Machado le pilló el golpe de estado en Burgos, territorio sublevado desde el principio y capital de la España fascista hasta que acabó la guerra. Manuel y su mujer, Eulalia, se encontraban en la capital castellana visitando a Carmen, la hermana monja de Eulalia, y el día que tenían prevista su vuelta a casa, a Madrid, vieron cómo perdían el último tren hacia la capital antes de que las comunicaciones se cortaran y el desarrollo de la contienda hiciera imposible el regreso. A pesar de las simpatías de Manuel con los sublevados, ser hermano de Antonio Machado inspiraba dudas y recelos – y celos literarios también, todo hay que decirlo –, lo cual, en ese Burgos fascista, le llevó a dar con sus huesos en la cárcel con la excusa de unas declaraciones supuestamente contrarias al alzamiento realizadas a una periodista francesa. Gracias a su mujer, que removió Roma con Santiago para alejarlo de los calabozos y las insidias, Manuel Machado no acabó con un tiro en la sien arrojado en alguna fosa común y el cautiverio terminó tres días después de su detención.
Todo este contexto le sirve a Pérez Azaústre para abordar el asunto central de la narración que no es otro que la muerte de Antonio Machado en Colliure el 22 de febrero del 39 durante el éxodo republicano a Francia y el viaje que el matrimonio emprende desde Burgos a Francia acompañados por un falangista que les hará de chofer. A lo largo de esta – salvando las distancias y a falta de un vocablo que la defina en español – road novel aprendemos, descubrimos la relación tan especial entre todos los hermanos Machado, pero especialmente la de Manuel y Antonio, la dependencia espiritual y literaria entre ambos, pero también sus complicidades, su espíritu jovial y festivo, sus estancias en Paris y sus contactos con la bohemia de la época. El viaje hasta llegar a la tumba de Antonio Machado no solo servirá para aprender del pasado, sino también para hacer ciertas revelaciones, o para que Manuel experimente incluso alguna epifanía.
Por otro lado, y por lo que respecta al contexto histórico e ideológico, son interesantes los momentos en los que el autor nos muestra las contradicciones en las que cae el régimen fascista, obligado, por ejemplo, a reconocer el talento y la trascendencia literaria del Machado fallecido por muy rojo y defensor del orden democrático republicano que fuera. La noticia sobre la muerte de Antonio Machado es imposible de obviar, si bien el énfasis puesto sobre ella por la prensa nacional dista de lo que el finado merecía.
El querido hermano ha ganado el premio Málaga de novela 2023, también ex aequo el Premio Andalucía de la Crítica y fue elegida novela del año 2023 por la edición española de la revista Publishers Weekly. Los premios y los reconocimientos están muy bien, pero lo realmente importante es reivindicar la literatura y a los literatos, los valores democráticos – por qué no – y, sobre todo, leer para que este ejercicio contribuya a que, parafraseando al poeta, ninguna de las dos Españas sea capaz de helarnos el corazón.
El querido hermano (Galaxia Gutenberg, 2023) | Joaquín Pérez Azaústre | 264 páginas| 19.50 euros
