0

El yo, nuestro juguete favorito

Sin preámbulos, nuestro padre sentenció: Dentro de cinco años, nadie va a pagar por la música. Oteaba hacia un horizonte imposible de discernir en la oscuridad brumosa. Veo venir una ola gigante, añadió. La aniquilación total de mi negocio. Exageras, papá.

CAROLINA EXTREMERA | Por razones que no vienen al caso ahora, el que fue mi archienemigo durante años y yo nos encontrábamos haciendo una tregua. Habíamos decidido intentarlo, donde intentarlo significaba llevarnos bien y tratar de hacernos amigos para mayor comodidad de nuestros conocidos comunes. Como gesto de buena voluntad, incluso hubo obsequios para nuestros respectivos cumpleaños y él me regaló un libro de portada verde flúor que se titulaba: Best American Short Stories 2011. Ese volumen me cambió la vida. Cuando descubrí que existían esas antologías donde se recogen las mejores historias – a juicio de los editores, claro – publicadas en revistas estadounidenses y canadienses del año anterior, me volví loca. Actualmente tengo todos los volúmenes desde el de 1997 hasta el 2023. Esto ocurrió a principios de 2012 y, al final de ese año, se terminó todo. Dejamos de ser amigos y también de ser enemigos y nos convertimos en lo que siempre debimos haber sido: extraños. Me había dejado, eso sí, un legado enorme, porque en ese volumen de color verde descubrí a George Saunders, a Chimamanda Ngozi Adichie, a Richard Powers y a Jennifer Egan. Ahí es nada.

            El relato de Jennifer Egan que encontré en el que fue mi primer Best American Short Stories formaba parte de El tiempo es un canalla, con el que ganó el premio Pulitzer en 2011, libro que corrí a buscar inmediatamente. Lo encontré en inglés y, aunque su título es diferente, transmite la misma idea: el tiempo es un matón que, cuando te visita, te deja hecho polvo. Se compone de relatos interrelacionados entre sí a través de los mismos personajes que se van encontrando a lo largo de décadas, desde los setenta hasta un futuro cercano pero inexacto (posterior a la fecha de publicación del libro). Es uno de los libros que más he recomendado en los últimos años y lo he leído tres veces. Las distintas narraciones tienen todo tipo de formatos. Hay un artículo periodístico, un relato compuesto exclusivamente de mensajes de texto y otro de diapositivas de Power Point. Cuando Salamandra Editorial publicó Manhattan Beach, de la misma autora, corrí a por él, pero no se parecía en nada a la obra que me había conquistado; era más convencional y mucho menos interesante. Qué decepción.

            Por eso, cuando se publicó La casa de caramelo tuve sentimientos encontrados. Al leer la sinopsis, vi que recuperaba a los personajes de mi adorado Pulitzer y a sus descendientes y, no solo eso, sino que su estructura en forma de relatos con diferentes formatos es idéntica a la de su predecesor. ¿Se mantendría el empuje y la calidad o con El tiempo es un canalla se había alcanzado una cima irrecuperable?

            Si en la primera parte, escrita en 2010, era la música el hilo conductor de toda la trama y, al final, se abría la opción de que la presencia física, la música en vivo, fuera en realidad lo que atraería las masas en el futuro, en esta otra parte ya escrita en los comienzos de la tercera década del siglo, descubrimos que todo ha ido por otros derroteros y que la ficción y la música han sido, no diremos que derrotadas, pero sí sobrepasadas, por lo que se está demostrando que es nuestro juguete favorito: el yo. Ha llegado la era de la autoficción y de la exposición de nuestras vidas en redes sociales. Egan vuelve a analizar el impacto de la tecnología en las relaciones y las experiencias humanas, pero esta vez la innovación que moldea las vidas de los personajes es “Aprópiate del Inconsciente”, capaz de acceder a todos tus recuerdos y compartirlos a cambio de poder ver los de los demás. El inventor de este algoritmo, Bix Bouton, es un personaje periférico de El tiempo es un canalla que basa su gran descubrimiento en las investigaciones de Miranda Kline, una antropóloga que aparece en Safari, el que para mí es el mejor relato de la primera parte. En esta segunda, también tenemos relatos escritos en formatos originales, como un intercambio de emails o un tratado de espionaje. Sin embargo, tal vez los que mejor funcionan, los que más calan en la conciencia del lector, sean los más sencillos como El misterio de nuestra madre o Caso de estudio: no hubo ningún herido. Durante la mayor parte de los relatos, la naturaleza de “Aprópiate de tu inconsciente” conlleva reflexiones no tanto de carácter ético como de carácter filosófico, de forma que Egan tiende a centrarse en las implicaciones a nivel personal e interior de un aparato que registra toda nuestra memoria más que en las implicaciones a nivel legal o social.

            La casa de caramelo se sostiene por sí misma y no es necesario haber leído nada más para disfrutarla aunque yo recomiendo que se encadenen las lecturas de ambas partes, seguidas. Se experimenta una nostalgia que, cuando la sentimos, nos parece exagerada porque estamos recordando con melancolía un libro que acabamos de terminar pero que no podemos evitar sentir. En cuanto a la pregunta formulada más arriba, ambas respuestas son ciertas: se mantiene el empuje y la calidad y, a la vez, El tiempo es un canalla es una cima irrecuperable. Aunque siempre se puede leer varias veces.

Me quito las sandalias y camino por el césped mojado pasando por delante de la piscina infantil donde me ponía los manguitos con mamá y el patio donde aprendí a tirarme por un tobogán, todas esas cosas de Antes, y me cuelo por entre la espesura de los árboles al campo de golf que por seguridad está prohibido pero ahora está demasiado oscuro para jugar. Cuando salgo de la espesura, el paisaje se abre como si hubiera llegado a otras tierras, es como pasar de Antes a Después en un segundo.

La casa de caramelo ( Salamandra Editorial, 2023) | Jennifer Egan|Traducción de  Eugenia Vázquez Nacarino y Rita da Costa García | 432 págs. | 23€

admin

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *