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Disección de la condición humana

JUAN CARLOS SIERRA |  La editorial sevillana El Paseo vuelve a publicar al autor francés Julien Blanc (1908-1951). Enconcreto, coloca en las estanterías de nuestra librería de confianza Listillo, prepara el petate, la segunda parte de la trilogía La vida, sin más…. Para ello ha confiado reincidentemente en la magnífica labor traductora de Luisa Lucuix Venegas, que me temo que también tendrá reservada la misma tarea para el tercer tomo de estas novelas, autobiografías noveladas, novelas de autoficción, memorias,… o como quiera que llamemos a eso de que un autor convierta sus vivencias en materia novelable. En el caso de Julien Blanc, esta labor se lleva a cabo, como ya he anticipado, en tres volúmenes –más de mil páginas-. En los párrafos siguientes nos ocuparemos del segundo que, según los críticos que ya han tenido la oportunidad de leerlo todo, es el mejor de la serie.

Particularmente, aún no estoy en disposición de pronunciarme al respecto, porque me falta por leer la tercera parte titulada La hora de los hombres. A lo único que puedo aspirar con ciertas garantías es a comparar Confusión de penas con Listillo, prepara el petate, y he de admitir que en principio no encuentro una diferencia notable de calidad o de interés entre ambas obras.

Salvando las diferencias, suele suceder que cuando leemos la obra completa de un poeta, normalmente los textos de juventud dejan algo que desear, porque están como a medio hacer, en estado embrionario o balbuciente si los comparamos con los poemas que podríamos considerar de madurez, aquellos con más cuerpo, más enjundiosos, ya que por ellos y por su autor ha pasado fundamentalmente el tiempo, con lo que este aporta de poso, de aprendizaje sobre la vida y sobre el oficio de componer versos. Haciendo un paralelismo algo arriesgado –lo admito- y tirando de este mismo hilo, quizá la segunda parte de La vida, sin más… pueda tener más interés para muchos, ya que el narrador y autor de la obra se encuentra entre los 19 y los 26 años en un proceso evidente de maduración personal, frente a lo narrado en el primer volumen, que se corresponde con una infancia y una adolescencia realmente terribles. En cualquier caso, el material biográfico novelado, ya sea el de la niñez en Confusión de penas o el de un estadio más maduro en Listillo, prepara el petate, no tiene que ver con el momento de escritura del autor, como podría suceder en la poesía, ni se gesta en el momento biográfico narrado, sino desde la reelaboración de la memoria, por lo que el valor de ambas obras se encuentra precisamente no tanto en lo narrado como en su arquitectura narrativa. De modo que no creo que resida en esta circunstancia constructiva el pretendido mayor interés de Listillo, prepara el petate, al menos en cuanto a los dos primeros volúmenes de la trilogía La vida, sin más…

De hecho, no aprecio una diferencia sustancial entre ambos, ya que, para empezar, en las dos obras –y mucho me temo que también en la que aún me queda por leer- la estructura es aproximadamente la misma, es decir, predomina el flujo lineal cronológico; eso sí, en la obra que nos ocupa observamos lógicos saltos al pasado, a Confusión de penas, que la traductora ha anotado muy acertadamente a pie de página para orientar al lector. A pesar de esta ligazón, Listillo, prepara el petate se puede leer de forma independiente a Confusión de penas, porque en ningún momento esta última condiciona la lectura de la segunda parte de la trilogía.

Por otra parte y continuando con la comparación, en el estilo tampoco se aprecian cambios significativos. En ambos volúmenes, la prosa fluye, corre al ritmo del curso cronológico lineal de lo acontecido, se desborda a veces, envuelve al lector en un discurrir seco, sin demasiadas florituras, sin mucho fuego artificial retórico, sin necesidad de ‘literaturizar’ la prosa salvo cuando el autor lo estima necesario para lo narrado –y más bien de forma sutil-. Estos pasajes suelen coincidir con los momentos en que el protagonista mira al mundo que lo rodea con unos ojos nuevos, esos que le proporciona esa madurez que está trabajándose en unas circunstancias realmente terribles y brutales, tanto o más que las narradas en Confusión de penas.

Y es que el libro que Listillo, prepara el petate cuenta “…los siete años y tres meses perdidos, desperdiciados…” de Julien Blanc en el Atlas marroquí formando parte del Batallón de África –Bat’ d’Af’-, una unidad del ejército francés, un batallón de castigo para ser más exactos, donde acaban recalando obligatoriamente individuos como el propio autor con cuentas pendientes con la justicia por delitos de la más variada naturaleza. Será en estas circunstancias, en medio de lo que él mismo denomina “escoria” humana, donde veremos al autor y narrador del libro desenvolverse convertido él mismo también en escoria, absolutamente degradado como ser humano. Pero en esta suerte de bildungsroman también asistiremos como lectores si no exactamente a su redención, sí a su particular proceso de maduración que le va a facilitar apartarse de algunas que otras miserias, establecer respecto a estas una difícil distancia, porque es complicado no dejarse arrastrar por un entorno totalmente envilecido.

 Aunque el relato tiende al regodeo naturalista en los aspectos más sórdidos de la realidad, el conjunto se libra en cierto modo del determinismo naturalista, de su inevitabilidad, gracias a la mirada crítica y lúcida del autor sobre la condición humana, en concreto sobre la que le ha tocado en mala suerte y que vemos desarrollarse en la narración envuelta en la más absoluta miseria material y moral: “…el batallón era la imagen reducida pero fiel del mundo. El mundo se mata entre sí, cuando podría vivir feliz; los miembros del batallón se peleaban, cuando habrían debido mantenerse unidos para que la desgracia les afectara menos…” (página 164). Parece una obviedad, pero llegar a esa conclusión en medio de tanta degradación no es fácil; llegar a esa conclusión cuando rige el individualismo, el egoísmo, el sálvese quien pueda, no es fácil. A una conclusión similar podríamos llegar quienes disfrutamos de unas condiciones de vida mucho más propicias y dignas que los joyeux del Batallón de África y, sin embargo, aquí seguimos cada uno a lo suyo y sálvese quien pueda.

Quizá el gran valor de Listillo, prepara el petate, así como de Confusión de penas, sea la fina disección de la condición humana que contiene y que no refutaría, sin embargo, el hecho de que esta se desarrolle, según se cuenta en la novela, en un contexto especialmente abyecto de privación de libertad y de extremas dificultades en cuanto a las necesidades básicas del ser humano. La novela aun así funciona como espejo del conjunto de la humanidad independientemente de las circunstancias; es solo cuestión de ajustar la mirada y el contexto.

Listillo, prepara el petate. La vida, sin más… (II) (El Paseo Editorial, 2023) | Julien Blanc | Traducción de Luisa Lucuix Venegas | 360 páginas | 21.95 euros

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