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Una pesadilla argentina


El espíritu de mis padres sigue subiendo en la lluvia

Patricio Pron

Mondadori, 2011

ISBN: 978-84-397-2363-9

208 páginas

16,90 €

José Martínez Ros

Esperábamos con interés la nueva novela del argentino Patricio Pron, de tan extraño y bello título: El espíritu de mis padres sigue subiendo en la lluvia. No faltaban los motivos para ello: había publicado en España un excelente libro de relatos, El mundo sin las personas que lo afean y lo arruinan y una novela imperfecta, pero muy interesante en la que se percibía la (bien asimilada) influencia de Roberto Bolaño, El comienzo de la primavera, donde una búsqueda de un viejo filósofo alemán, una aventura intelectual, se convertía en un descenso circular a los abismos de la historia europea. Me gustaría afirmar que su nueva obra ha confirmado nuestras esperanzas, pero no es (del todo) así.

El espíritu de mis padres… es, en primer lugar, una novela política, incluso militante, lo que no deja de ser una pequeña sorpresa y un rasgo de valor: se agradece que, de vez cuando, al enfrentarse a un tema tan complejo como, en este caso, la laberíntica historia argentina, se tome partido por algo más concreto que la declaración universal de los derechos humanos o los diez mandamientos. Personalmente, no creo que le reste calidad literaria, excepto a ojos de aquellos que no saben leer sin unos anteojos ideológicos. También es una novela sobre la identidad personal: sobre el modo en que la identidad personal se funda en la memoria de los que ya no están, pero han creado el mundo en que (de una manera u otra) vives.

Dividida en cuatro partes, la más interesante es la primera, donde se nos presenta a un joven escritor argentino amnésico y perdido (en todos los sentidos) en Alemania que sólo emprende el regreso a su país natal al recibir la noticia de la grave enfermedad de su padre. Es la mejor y la que más nos recuerda a El comienzo de la primavera, aunque muestra una tendencia a la frase larga y zigzagueante, en ocasiones, embarullada, que a veces complica la lectura de un texto, por lo demás, sencillo, lo que hace que se perciba como un rasgo de estilo impostado.

Los problemas empiezan cuando llegamos al centro de gravedad de la novela: el padre enfermo investiga la desaparición de un hombre, descrito como “un tonto faulkneriano” (sin que nos halla indicado la razón de tan despreciativa calificación), en una pequeña localidad argentina. El desaparecido es, a su vez, hermano de una de las víctimas de la sangrienta dictadura militar, y todo ha de funcionar como una especie de símbolo o metáfora, pero (a nuestro juicio) no es así… El joven escritor argentino sigue la investigación a través de los recortes de prensa que compiló su padre, y aquí es cuando El espíritu de mis padres… empieza a flaquear. En lugar de reconstruir narrativamente el caso para nosotros, metiéndonos en la piel de víctima y verdugos, al estilo de Norman Mailer o Capote, debemos conformarnos con el (deficiente) periodismo de sucesos. Alternado con las notas de prensa, hay unas cuantas (bien narradas) pesadillas y muchas afirmaciones sentimentales acerca de la historia argentina con las que podemos simpatizar como ciudadanos, pero que no nos conmueven como lectores porque no las hemos visto encarnadas en personajes creíbles, y sólo tenemos la visión unívoca de un joven amnésico del que no sabíamos mucho y cuyos recuerdos se recuperan demasiado bruscamente.

El espíritu de mis padres… no es una buena novela, pero sabemos (tenemos pruebas en sus primeras páginas y en libros anteriores) que su autor sí es un narrador digno de tener en cuenta. Sigamos esperando, pacientes, la gran obra que el Pron nos ha prometido, porque sabemos que es capaz de escribirla. Es una de nuestras prerrogativas como lectores.

admin

5 comentarios

  1. En mi opinión, ésta es una valiente reseña -como suelen ser últimamente las del Sr. Martínez Ros, que nos está malacostumbrando a ellas-, sobre todo si tenemos en cuenta que Pron (autor al que se ha elogiado en ocasiones pasadas en este blog y en el que muchos tenemos depositada nuestra más plena confianza en que se convertirá, por méritos propios, en una de las voces literarias más reconocibles de su generación) resulta ser lector confeso de «Estado Crítico».

    Personalmente, me encantaría que hubiese reacción por parte del autor argentino a esta crítica, que al menos me parece constructiva.

  2. No sé, quizá eso sea esperar demasiado, Sr. Matute. He escrito esta reseña pensando en los dos libros de Pron que he leído, que me parecen muy buenos (también leo habitualmente las excelentes críticas que publica en su blog). El espíritu… me ha parecido inferior y he tratado de explicar por qué. Un abrazo fuerte

  3. Disentimos ampliamente, Fran G. Matute, tanto en su valoración de esta reseña como en su petición de que intervenga el novelista. No lo ha hecho anteriormente. ¿Por qué iba a hacerlo ahora?

  4. «No lo ha hecho anteriormente. ¿Por qué iba a hacerlo ahora?»…
    ¿?¿? ¿Por qué no? ¿Qué se lo impide? ¿El no haberlo hecho antes? Se me escapa su lógica cartesiana, amigo RSP.

    Al margen de que yo no he dicho que lo tenga que hacer. ¿Quién soy yo para obligar a nadie y menos a un autor reputado? Simplemente me he referido a que me gustaría que lo hiciese. Espero que no se me condene por desear que ocurra algo que no ha pasado anteriormente…

  5. Señores, seguro que Pron tiene mejores cosas que hacer que responder a todas las críticas y reseñas positivas o negativas que se le hacen (eso, que yo sepa sólo lo hacen ciertos editores)… Un abrazo fuerte a ambos.

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