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La naturaleza cíclica del tiempo

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Así que un desconocido había muerto. No me importaba, ¿por qué iba a importarme? En lugar de eso, para sentir algo me puse a prueba, me asusté imaginando qué pasaría si todo lo que era mío dejaba de serlo, y de ahí llegó la certeza, tan franca e irrebatible como el cristal de aquella ventanilla, de que nada había sido mío jamás.

 

 CAROLINA EXTREMERA | Tengo un vuelo que sale hacia Bolonia, Italia, el 28 de abril. Luego, la vuelta es desde Bérgamo cuatro días después. Todavía ni siquiera está cancelado, pero a estas alturas es más que obvio que no iré porque, igual que 1816 fue el año sin verano, este 2020 será el año sin viajes. No se equivoquen, no es un lamento. Si estuviera muy contrariada por perder mi escapada, no lo contaría. Bastante les ha caído a los de la generación Z por entristecerse por la posible pérdida de su verano de celebración tras la selectividad.

Centrémonos entonces en mis motivaciones: mi proyecto era acercarme a Ferrara a ver el Palazzo Schifanoia, donde están los frescos que Francesco del Cossa pintó en torno a 1470. Esta idea lleva en mi cabeza años, concretamente desde 2015, cuando se implantó en mí casi como una necesidad física a partir de la lectura de la novela de Ali Smith How to be both (Hamish Hamilton, 2014). En ella, se cuentan de forma paralela la historia novelada, tal como Smith imagina, de Francesco del Cossa y la de una adolescente que ha perdido a su madre. Tiene una forma de hablar de esas pinturas que es imposible leer ese libro y no querer ir a Ferrara. Para ese entonces yo ya devoraba cualquier cosa que publicara Ali Smith. Su mirada cambia los objetos que describe, los convierte en talismanes y cualquier reducto de belleza que la obsesione a ella acaba obsesionando también al lector. Traducirla no debe ser sencillo; sus juegos de palabras y su manejo desafiante del inglés, que tan atractiva hacen su escritura, pueden constituir una barrera a veces insalvable. De hecho, hay muy pocas obras suyas publicadas en español, apenas dos colecciones de relatos y dos novelas, una de 2001 y otra de 2005. Ninguna de las últimas, que para mí son totalmente esenciales.

La historia universal, que traduce ahora Nórdica Editorial, se publicó en 2003 y es una colección de doce relatos que recorren los meses del año, empezando en febrero y terminando en enero. Están plagados de árboles, flores, vegetación y libros, y su tema central parece ser la naturaleza cíclica del tiempo. Estos cuentos contienen ya, a veces solo como una pequeña semilla, todo lo que va a hacer más tarde a Ali Smith la autora que es hoy: lenguaje original, atención por los detalles más ínfimos y no siempre por los detalles esperados, respeto absoluto por sus personajes, denuncia social ante la deshumanización de ciertos trabajadores o referencias oblicuas a películas, obras de arte o historias de la mitología. Hay un relato, Paraíso, en el que una camarera de un crucero se encuentra en una situación límite y está tan paralizada por las normas que es obligada a seguir que no puede actuar de acuerdo a la humanidad más básica.

El estilo de Ali Smith es difícil de clasificar. A veces se ríe de ella misma, como en el relato que da nombre al libro, en el que cuenta una historia desde varios puntos de vista, incluidos el de una mosca y el de una edición antigua de El gran Gastby. En otros, nos engaña con el comienzo, como en Mayo donde nos dice: “Os lo cuento. Me enamoré de un árbol. Era inevitable. Estaba en flor”. Nos hace esperar algo cursi, pero, por supuesto, no lo es, no si lo cuenta ella. En Rápido aparece una pareja, la misma que en el último relato, El principio de las cosas, y nunca sabemos el género de sus componentes, y con ello nos muestra que no es en absoluto relevante. Hay epifanías, bromas, ingenio en los diálogos. Y sin embargo, no es todavía Ali Smith en toda su gloria, pero lo será.

En una de sus novelas, una que sí está traducida al español y la publicó la editorial Alfaguara, Accidental, escribe sobre la Alhambra: “Imagina el palacio más hermoso del mundo. Es un palacio de palacios. Sus palacios son como panales de piedra y luz. Hay patios, arcos, galerías, habitaciones enteras de constelaciones, porque los artesanos recortaron estrellas en la piedra hace cientos de años y el sol todavía sigue derramándolas por el suelo y las paredes de los palacios. (…) ¡Es real! Está en España.” Me gusta pensar que hay alguien que ha leído esto y siente ahora la necesidad física de venir a ver la Alhambra. A ser posible, alguien que sí haya estado en Ferrara. No podrá cumplir su proyecto por ahora, en este año sin viajes, pero llegará su día.

¿Qué necesitas saber de mí para esta historia? ¿Qué edad tengo? ¿Cuánto gano al año? ¿Qué coche conduzco? Miradme, aquí estoy en el inicio, el nudo y el desenlace a un tiempo, un ser enamorado de alguien que no me corresponde. Despierto con la idea luminosa y nueva de ella; luego sigue la esperanzada embriaguez del día y al fondo, sombría como una bombilla fundida, la palabra nunca. 

La historia universal (Nórdica Editorial, 2019) |Ali Smith| 224 págs. | 19.50€ | Traducción de Magdalena Palmer

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