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Proxm Gnr@cion

Richard Yates

Tao Lin

Alpha Decay, 2011. Colección «Héroes modernos»

ISBN: 978-84-92837-20-5

232 páginas

19 €

Traducción de Julio Fuertes Tarín

Fran G. Matute

Los más viejos del lugar recordarán aquella infame jugada comercial que la editorial Mondadori se sacó de la manga a mediados de 2002, inventándose la etiqueta «The Next Generation» para referirse a una serie de autores norteamericanos que, si bien es cierto que compartían un alto de grado de afinidades culturales y temáticas en sus obras, merecían una denominación de origen un poco más enjundiosa. La «próxima generación» serán todas las que vengan después de la que estamos viviendo y esto, por mor del movimiento de los planetas del sistema solar, ocurre con cada latido del corazón, con cada aleteo de mariposa, con cada pulsión humana. O sea, siempre.

Así que hoy, 25 de marzo de 2011, bien podría nacer una nueva generación de autores. Es más, me la voy a inventar ‘à la’ Mondadori. Demos la bienvenida a la «Proxm Gnr@cion» y como muestra un botón: Tao Lin, uno de sus más firmes estandartes. Si la cosa fuera así de fácil, pues ahora tendría que contaros cuáles son las características estilísticas que identifican a los autores de la «Proxm Gnr@acion». Por un lado, hacemos referencia a escritores precoces, publicando ya en su veintena más barbilampiña. Por otro, encontramos en sus obras un profuso uso de las nuevas tecnologías como medios de comunicación eficaces y una involucración activa con las redes sociales por parte de sus personajes. Temáticamente, lidian con la alienación derivada del abuso de todo lo anterior.

Resulta, entonces, que la tercera novela de Tao Lin, que responde al sugerente título de Richard Yates (2010) -en clara alusión a la problemática del extrañamiento en la pareja, tan tratada por el autor de Vía revolucionaria (1961)-, encaja a la perfección con los parámetros señalados con anterioridad ya que cuenta la historia de Dakota Fanning y Haley Joel Osment (sin relación aparente con los niños-actores-prodigios), una chica de 16 años con problemas alimenticios y un jovenzuelo escritor de 21 que viven en ciudades distintas capeando los envites del amor cuasienfermizo que padecen. Dakota y Haley prácticamente sólo se hablan a través de ‘chats’ y ‘sms’, con lo que Richard Yates termina siendo un cántico a la distancia, a la asepsia del lenguaje propia del medio telemático y, en definitiva, al vacío existencial.

Como obra generacional funciona a las mil maravillas. Lin verdaderamente triunfa al hacernos vivir con la carga de ser adolescente hoy día, enfrentándonos a sus miedos más primarios que no son otros que el contacto humano. Dakota vive horrorizada por su físico y Haley es incapaz de exteriorizar sus sentimientos verdaderos. El único medio que ambos encuentran para desarrollar su relación es internet, a través de interminables «conversaciones» en las que dan rienda suelta a su pasión, esa que cuando se encuentran físicamente uno al lado del otro son incapaces de sentir. Estos pasajes nos han traído a la memoria aquélla obra maestra que era Pasos (1969) de Jerzy Kosinski, que diseccionaba la vida en pareja a través de fragmentos de diálogos de alcoba.

Pero no todo en esta novela son mensajes de texto. Lin también acierta al contextualizar el mundo físico que rodea a su pareja protagonista. Cuando Dakota y Haley hablan de películas, discos, marcas de ropa, lo hacen con una frialdad inusitada. Todo es visto como un mero artículo de consumo que apenas es capaz de producir empatía al consumidor. Quizás por ello su obsesión por robar. No es el producto en sí lo que provoca el disfrute, es el hecho de poseerlo y me atrevería a decir que es el hecho de tenerlo gratuitamente, como ocurre con el P2P. Puro materialismo dialéctico.

Como buena novela generacional, ésta debe contar con referentes literarios y en el caso de Richard Yates son cristalinos. Resulta difícil no paralelizar esta historia con el Menos que cero (1985) de Bret Easton Ellis o con la Generación X (1991) de Douglas Coupland, sólo que en estos casos la comparación va en detrimento de la novela de Lin, que parece querer ser una nueva versión de las anteriores. O, por ser más justos, quien parece conformarse con ser un trasunto de Ellis o Coupland es el propio Tao Lin, el cual se encuentra todavía muy lejos de convertirse en un escritor de la talla reverencial de los anteriores. Es esta falta de personalidad (llamémosle así) lo único que hace desmerecer, en su justa medida, una novela como Richard Yates que, en cualquier caso, cuenta con innumerables aciertos como los que hemos señalado anteriormente. Y sobre todo si comparamos (perdónenme de nuevo la odiosa osadía) a Tao Lin con Nick McDonell, otro joven autor al que perfectamente podríamos adscribir a la «Proxm Gnr@cion», cuyo talento nos resulta desbordante en comparación.

Con todo, Richard Yates termina siendo una potente novela generacional que puede llegar algún día a servir de obra de referencia (como lo será La red social de David Fincher) de un determinado período de la historia en el que el medio se ha convertido definitivamente en el mensaje. Pero por el momento, conformémonos con decir de ella que es la típica novela que nunca recomendarías para la hija de tu jefe.

admin

10 comentarios

  1. Hasta ahora he tenido un problema con Alpha Decay. No me gustó nada “Suo (lo que sea)” de Javier Calvo, y eso que sus libros anteriores me habían interesado mucho. Leí a pie de estantería el primer capítulo de “Las teorías salvajes” y la prosa me pareció tan horrible que no seguí. Dejé “Stone Juction” en la página 150 cuando me convencí de que estaba leyendo un tebeo (un tebeo muy malo y también escrito con mucha torpeza). ¿Cree usted que con este libro conseguiré reconciliarme con esta joven y aguerrida editorial?Señor Matute, mójese.

  2. Definitivamente no, Sr. Martínez Ros. La realidad es que hay muchos libros en este mundo y muy poco tiempo para leer. «Richard Yates» no te va a cambiar la vida ni te va a reconciliar con ninguna editorial…

    Si te interesa leer algo de autores de esta quinta, sí que te recomiendo encarecidamente que te pilles algo de Nick McDonell (Anagrama), que no sé si lo conoces…

  3. Siempre acudo al olor de las sardinas (como el gato de la canción infantil) cuando hay referencias a Bret Easton Ellis o Jim Dodge. Me interesa este libro como fenómeno, pero no sé si ya con la reseña tengo bastante. En cuanto a Jim Dodge, gracias buen J.M. Ros, jamás vi una definición tan acertada. Con el agravante de que. si quiero leer un tebeo me compro un tebeo.

  4. Hmmm, en realidad, tengo algún amigo al que le gustó ese libro –Stone Juction-, pero a mí una prosa tan torpe y unos personajes tan planos (en realidad, hay cantidad de cómic con personajes más tridimensionales, no debería haber dicho lo de tebeo) me resultó inaguantable, por muy simpática que fuera la filosofía vital que sustentara el libro. Harry Potter me parece, en comparación, alta literatura. Ok, seguiré su consejo. Y espero algún otro libro de Alpha Decay que valga la pena leer 😉

  5. Pero vamos, que la novela de Tao Lin está muy bien y es muy recomendable y tiene muchas cosas interesantes… Otra cosa es que a vosotros, expertos en el ‘angst’ norteamericano, no os vaya a decir nada nuevo…

  6. Es la primera crítica que me anima a leer algo de Tao Lin. Tal vez porque lo que abunda es la simple lisongería o promoción cansina de su obra, lo que suele producir -al menos en mi- un gran rechazo. Así que gracias, espero no haberme equivocado.

  7. Gracias Kepa. Observo que los dos hemos sentido la novela del mismo modo…

    Por cierto, muy chuli tu blog «Simpatía por la desafinación».

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