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El tiempo no tiene fronteras

JOSE TORRES | La literatura y los autores rusos en España siempre han sido acogidos con gran éxito. Y al contrario. La obra magna de la literatura española, El Quijote, se encuentra desde los tiempos de Pushkin plenamente integrada en la tradición literaria rusa. Es por eso un placer (y una necesidad) que la editorial Armaenia se decida a publicar a un autor de la talla de Evgueni Vodolazkin. Acreedor de los más prestigiosos premios literarios del estado ruso, es aún relativamente desconocido en España, hecho que esperemos que cambie con la publicación de esta maravillosa novela.

Nos situamos en la Rusia y la Europa del siglo XV, una época medieval asolada por hambrunas y plagas de todo tipo. Y epidemias como la de la peste bubónica. Allí, en un lugar perdido de la estepa rusa, el curandero local, Xristofor, instruye a su nieto Arsénij, en las artes sanadoras, haciéndole aprender las propiedades de todo tipo de plantas. Él intuye que el niño posee un algo especial que trasciende su humilde sabiduría como curandero. El tiempo le dará la razón y el niño se convertirá en el médico local y hombre santo, un auténtico mesías para las masas depauperadas y supersticiosas, que santificarán su palabra por encima de todas las cosas.

Pero he aquí que ni los santones pueden esquivar al destino. Una tragedia impulsará a Arsénij a abandonar su hogar y emprender un camino de conocimiento y redención que le llevará toda la vida y hará que tome cuatro nombres en su camino vital. Este camino se divide en la novela en cuatro partes: Conocimiento, Renuncia, Camino y Tranquilidad. Lo que da idea de la profunda espiritualidad que emana la novela.

Hay que subrayar que Laurus encierra una carga simbólica abrumadora, complicada de entender en su totalidad para el lector no versado en la tradición espiritual rusa. Aún así, el goce estético de la novela es tan abrumador, tan sensorial y absoluto para el lector, que no importa que no logremos alcanzar toda la red de correspondencias que construye como el mecanismo de un reloj el autor nacido en Kiev.

Como acreedor y heredero de la tradición literaria rusa, en Laurus se intuyen ecos de monstruos como Tolstoi. A lo largo de la lectura del libro, sobrevuela una emocionante y sincera exploración de los misterios del alma. El autor no juzga a sus personajes ni, por supuesto, al protagonista, en su sincera búsqueda vital, en la necesidad que su periplo vital tiene de respuestas para su atormentada alma.

Otro eje que vertebra la novela es el poder de la palabra. Es significativo que en Laurus la madurez del personaje, el poder curativo y la autoridad que adquiere ante los habitantes de las diferentes ciudades que visita esté asociado al buen uso de la misma, a la sinceridad sin paños calientes ni mentiras piadosas que sus juicios emanan. Y que, al dejar entrar la serpiente de la mentira en este “paraíso” de sinceridad, sus “poderes” se extingan.

En definitiva, Laurus es una novela construida con solidez, que más allá de interpretaciones simbólicas o espirituales, también se puede disfrutar como relato histórico, de una época, la medieval, que demasiadas veces juzgamos como oscura y bárbara, y que quizá debería llevarnos a considerar cuánto de lo que reprochamos a sus esforzados habitantes habita aún con fuerza en nosotros.

Mención necesaria también merece la impecable traducción de Rafael Guzmán Tirado, que contribuye con sus decisiones (impecable la de utilizar el castellano antiguo de La Celestina, para destacar aquellas variantes distintas del ruso moderno que Evgueni Vodolazkin utiliza en la novela) a que el lector disfrute aún más de esta verdadera obra maestra.

Laurus (Editorial Armaenia, 2022) | Evgueni Vodolazkin | 465 páginas |23 euros | Traducción de Rafael Guzmán Tirado

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