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La mujer que dice «no»

Vegetariana Han KangJOSÉ MARTÍNEZ ROS | La vegetariana, de la autora surcoreana Han Kang (1970), fue publicada originalmente en su país en el 2000 y, como recuerda Gabi Martínez en el prólogo, tuvo una recepción muy negativa por la crítica literaria (muy mayoritariamente masculina de su país) que lo encontró desagradable y perturbador; sin embargo el libro, el segundo de su autora, se abrió paso y encontró su público. Se tradujo a varias lenguas asiáticas, pero no se convirtió en un fenómeno internacional hasta que en el 2016 ganó el prestigioso Man Booker internacional.

La vegetariana es la suma de tres cuentos relacionados por su misma protagonista: La vegetarianaLa mancha mongólica y Los árboles en llamas. Cada uno de esos tres relatos están perfectamente cerrados; en un solo volumen, el impacto se multiplica. Resulta curioso que haya llegado a nuestras librerías de la mano de una joven editorial :Rata_ a pocos meses de que una película –magnífica– como Crudo, de Julia Ducournau se asomara a nuestras pantallas. Ambas obras –creaciones de dos mujeres en artes diferentes– nos presentan a una (anti)heroína que se aparta de su familia, de su entorno, del resto de su familia, a través de un cambio en sus hábitos dietéticos.

“Ella estaba en cuchillas, vestida con el mismo camisón y con el pelo despeinado cayéndole a ambos lados de la cara. A su alrededor y sobre el suelo de la cocina había desperdigadas tantas bolsas de plásticos y recipientes herméticos que no quedaba lugar donde poner los pies. Ternera cortada finamente para hacer shabu-shabu, panceta de cerdo, dos jarretes completos de vaca, calamares guardados en bolsas herméticas, anguilas limpias y troceadas que me había mandado recientemente mi suegra del pueblo, corvinas semisecas y atadas con una cuerda amarilla, empanadillas congeladas todavía sin abrir y un sinnúmero de paquetes que no se sabía qué contenía. Haciendo crujir el plástico, mi mujer estaba metiendo esos bultos uno a uno en una gran bolsa de basura.”

Yeonghye, la protagonista, es aparentemente una mujer normal, tímida, inofensiva; en palabras de su marido, un oficinista que se limita a ignorarla sin miramientos, no tiene “ningún atractivo en especial ni defecto en particular”. Una ama de casa más en una sociedad tan machista como la de Corea del Sur. Hasta que una noche tiene una pesadilla (a la que seguirán otras) y toma la determinación de no volver a comer carne. Un principio que remite, por supuesto, a La metamorfosis de Kafka. Su historia se narra desde tres perspectivas ajenas: la del esposo, que acoge su decisión primero con ira y, después, con vergüenza; la de su cuñado, un artista conceptual que desea convertirla en el centro de su próxima obra, con el oculto deseo de satisfacer su deseo por ella; y por último, su hermana, que trata de acercarse a ella cuando ya se encuentra recluida en su sanatorio mental, a pesar de sus muchas frustraciones personales.

Yeonghye ha decidido desligarse del instinto de matar de los seres humanos. Por encima de las circunstancias sórdidas, de la turbia sexualidad que emana muchas veces el texto, de los desórdenes alimentarios, hay un extraño aire místico en el libro. No se trata solo de cambiar el modo en que se alimenta, sino de convertirse en alguien que no tiene nada ver con los que les rodea, en un ser vegetal. Es un personaje emparentado no solo con los de los libros de Kafka –en especial, la citada Metamorfosis y el relato Un artista del hambre–, sino también con el famosísimo cuento de MelvilleBartleby, el escribiente. Se trata también de alguien que dice “no” con una obstinación sobrehumana, a riesgo de poner en peligro su propia vida. Alguien que dice “no” con tal intensidad posee, como saben Kafka, Melville y ahora Han Kang, una fuerza oscura, capaz de arrasar el mundo que la circunda.

“Ella no parecía sentir curiosidad alguna, por eso podía mantener la calma en cualquier situación. No había explorado el espacio desconocido donde se encontraba ni tampoco había expresado inquietudes que hubieran sido naturales en estas circunstancias. Parecía contentarse con presenciar como una espectadora las cosas que le sucedían a su persona. O quizás en su interior ocurrían cosas tan terribles, cosas tan inimaginables que ya tenía más que suficiente con tener que convivir con ellas en la vida diaria y por eso no le quedaba energía para mostrar curiosidad, explorar o reaccionar a lo que ocurría a su alrededor”.

Publicado en notodo.com

La vegetariana (:Rata_, 2017), de Han Kang | 230 páginas | 19,50 euros | Traducción de Sunme Yoon | Prólogo de Gabi Martínez

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