Hay lugares en la orilla que cantan con las voces del pasado y han absorbido la riqueza de la vida: el esfuerzo de la gente, su dolor, sus esperanzas, su felicidad y sus decepciones. Su esencia fantasmal está contenida en el barro y es arrojada a la orilla con cada ola.
CAROLINA EXTREMERA | Superadas las dos grandes desventajas del Támesis, esto es, que está rodeado de británicos y en medio de un clima que deja mucho que desear, tengo que decir que es posible que sea mi río favorito de todos los tiempos. Que me perdone el Guadalquivir, a cuyas orillas vivo, pero los mejores paseos de mi vida los he dado por la ribera del Támesis, uno de ellos de más de veinte kilómetros, desde Richmond hasta Blackfriars y, aún así, no se me acabó Londres.
Siempre me gusta bajar por las escaleras metálicas – las de piedra de otras zonas me dan cierto reparo al parecer muy resbaladizas – y moverme por las playas de guijarros cuando la marea baja un poco. Hace un par de semanas, en una de estas playas, encontré unos objetos cilíndricos, como cuentas alargadas de un misterioso collar. Resultaron ser boquillas de pipas de arcilla, unas pipas que se estuvieron fabricando y utilizando desde 1600 hasta 1900. Esta experiencia, la de bajar al río y encontrar objetos relativamente antiguos fabricados por personas, ha sido mi primera sesión de mudlarking. El mudlarking es una actividad que lleva realizándose durante siglos alrededor del Támesis: buscar entre el barro para encontrar objetos de valor. Hoy día, se ha convertido en un pasatiempo y los mudlarkers, cuando encuentran algo especialmente antiguo o valioso, contactan con el Museo de Londres. Las orillas del río están tan llenas de objetos cotidianos que la gran mayoría ni siquiera tiene valor para un museo y, por tanto, los que los encuentran pueden conservar sus hallazgos sin problemas.
En Mudlarking (Capitán Swing, 2022), Lara Maiklem nos cuenta su experiencia como rebuscadora del Támesis. Ella fue la primera que explicó este fenómeno centenario en redes sociales desde su maravilloso Instagram donde muestra sus hallazgos. Cada capítulo lo dedica a un tramo del río y nos habla de algún objeto interesante que ha encontrado en dicho tramo. Lo maravilloso es que para ella cualquier cosa puede ser valiosa y, sobre todo, una excusa para hablarnos de aspectos muy específicos de la vida a orillas del Támesis en diferentes momentos. Su sabiduría parece no terminar nunca y conoce cada material, cada fecha. Aprovecha una letra de imprenta para hablarnos la increíble historia de la tipografía Doves, arrojada por completo al Támesis por su creador para que no la utilizara cualquiera o una moneda específica para contarnos cómo reclutaban forzosamente a los marineros. A través de un zapato de la época Tudor nos explica las dificultades de la conservación de los objetos encontrados, muchas veces rechazados por los museos solo por falta de fondos para poder limpiarlos. Ella limpia sus monedas romanas con electrolisis, por ejemplo, y nos aporta datos interesantísimos sobre el puente de Londres romano. Cada capítulo nos sumerge en una época distinta.
¿Por qué se conserva tanto material en este río? Uno de los factores que influyen es, obviamente, la gran actividad que ha tenido el Támesis desde siempre como puerto. De hecho, los barcos han traído especies de cangrejo de Hong Kong a Gran Bretaña pero, además, han llevado objetos de la época romana pegados a los cascos que a veces han acabado en lugares como Nueva Zelanda. El otro factor, que es el más importante, es el hecho de que el Támesis es un río con mareas. Eso implica que los objetos se conservan perfectamente en el lecho de barro y el efecto de las mareas las saca a la vista, de forma que los rebuscadores suelen encontrarlas justo cuando acaban de aparecer, esto es, en un estado de conservación muy bueno. No sabría nada de esto sin Lara Maiklem, ni sabría tampoco detalles sobre las tabernas del Wapping a las que se subía directamente desde el río.
Además de lo apasionante de las anécdotas, nos transmite la pasión por el mudlarking, esa sensación de euforia cuando algo distinto brilla entre los guijarros. Para ser una buena rebuscadora hay que ser observadora, nos cuenta, fijarse en cada detalle, olvidarse de una misma y sumergirse en un mundo meramente visual. Adoro los libros que te hablan de cómo mirar.
Pero no soy la única, hay otros que vienen al río en busca de paz para mantenerse cuerdos. Para algunos, esas visitas son una forma de controlar sus demonios, de lidiar con lo que sucede en sus vidas o con lo ocurrido en el pasado. Para ellos, la orilla es un mundo anónimo que no juzga ni exige, sin propósitos ni destino, habitado tan solo por los fantasmas de los que ya no existen.
Mudlarking (Capitán Swing, 2022) | Lara Maiklem| 296 páginas | Traducción de Lucía Barahona |21€