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La fortuna de unos pocos

LUIS ANTONIO SIERRA | El otro día veía la película de Fernando León de Aranoa, El buen patrón, y me llamó poderosamente la atención una escena en la que un par de personajes, entre ellos el protagonista – interpretado por Javier Bardem –, alaban la cultura del esfuerzo y del sacrificio y, al mismo tiempo, se vanaglorian por el enorme trabajo que, dicen, les había costado triunfar en el mundo empresarial. Como contrapunto, las esposas de estos dos hombres les recuerdan que la tozuda realidad era que ambos habían heredado sus empresas de sus respectivos padres, ante lo cual Bardem y su amigo intentan salir del atolladero como pueden evidenciando – y eso es lo importante – la falsedad de un argumento al que a la derecha neoliberal le encanta recurrir aplicando unas dosis de hipocresía y cinismo difíciles de superar.

En torno a este asunto pivota gran parte del argumento de Fortuna, la novela de Hernán Díaz, premio Pulitzer en 2023. Con una estructura que los editores de la traducción al español han descrito como “un deslumbrante puzle literario”, Díaz nos plantea una serie de cuestiones muy interesantes sobre el capitalismo norteamericano, aunque también sobre la sociedad patriarcal, tema que parece que la crítica ha abordado muy por encima, pero que es muy significativo en tanto en cuanto define y describe los mecanismos imperantes en esa sociedad norteamericana del siglo XX, mecanismos cuya vigencia, por otra parte, algunos continúan reivindicando aproximadamente un siglo después del contexto en el que se desarrolla la narración.

Volviendo por un momento a la estructura de la novela, el autor juega con la realidad y la ficción y con cómo se construye una ficción a partir de esa realidad. Eso sí, sin olvidar nunca que estamos ante un artefacto narrativo de ficción. Este rompecabezas léxico, este juego de espejos, es utilizado por Hernán Díaz para construir una metaficción de la que tenemos que ser conscientes para no perdernos. Lo interesante de todo esto radica en que las narraciones que se entremezclan en la novela sirven para complementar el cuadro completo de la vida de los personajes en torno a los cuales gira la historia y, por otra parte, se utilizan para reflexionar sobre la realidad y la ficción, es decir, para hacernos cuestionar hasta dónde llega la realidad, hasta dónde somos capaces de percibirla, o qué somos capaces de hacer para crear una realidad que se acomode a nuestras intenciones o a la imagen que tenemos de nosotros mismos o que queremos que los demás tengan de nosotros. Este juego de espejos, como decíamos antes, nos lleva a redescubrir algo que ya conocíamos y que Diaz nos recuerda con esta técnica narrativa para no perder el foco, esto es, la importancia de las apariencias en la sociedad capitalista que nos ha tocado vivir.   

Pero, como decíamos, Fortuna es, además, una novela que muestra las vergüenzas del patriarcado, que reflexiona sobre el papel de la mujer en la sociedad norteamericana de las tres primeras décadas del siglo XX. Encontramos dos mujeres fundamentales en la novela: Mildred Bever/Helen Rask e Ida Partenza. La segunda se convertirá en shakespeariano testigo del destino de los actores principales de la obra sin desdeñar el protagonismo que ella también tiene en el conjunto de la novela, tanto en el pasado como en el presente. Respecto a esta mujer, hija de emigrantes italianos y de padre anarquista, es digno de mencionar la autonomía personal que asume en un tiempo – década de los 1930 – en el que las mujeres encontraban muchas cortapisas en el mundo laboral y no podían dejar de lado sus obligaciones domésticas. En el caso de Bever-Rask (mismo personaje a distintos niveles), ella repetirá el estereotipo del ángel del hogar, en su caso de mujer rica dedicada a asuntos de mujeres, esto es, la beneficencia, las artes, etc., y alejada del mundo real de los negocios que es donde está la acción y el riesgo y que, por supuesto, es cosa de hombres. Díaz romperá expectativas y reivindicará otros roles para ella.

Finalmente, es obligado referirse al asunto en el que la mayor parte de las críticas sobre esta novela se ha centrado y que no es otro que la perversión del sistema capitalista, sobre todo la especulación que puede generar grandes beneficios, pero también tremendos desastres económicos. El problema es que cuando hablamos de fortunas, estas se pueden contar, como se suele decir, con los dedos de una mano, mientras que los fiascos económicos suelen arrastrar a un país entero, o a un continente, o a todo un planeta. No hace falta nada más que echar la vista al año 2008 para ver las nefastas consecuencias de las técnicas especulativas y las leyes del neoliberalismo. Además, no deja de resultar entre cómico e insultante que estos grandes magnates, como forma de justificar sus obscenas fortunas, tengan el descaro de arrogarse méritos sociales que son descaradamente falsos.   

Fortuna (Anagrama, 2023) | Hernán Díaz | Traducción de Javier Calvo |440 páginas | 21,90 euros

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