LUIS ANTONIO SIERRA | Hace años se me quedaron grabadas a sangre y fuego unas palabras que pronunció, en septiembre de 2008 y durante la celebración del 14 Congreso del PP de Madrid, el que era entonces Presidente de Nuevas Generaciones del PP de Madrid, Pablo Casado. Entre otras lindezas, este individuo se permitió el lujo de afirmar que la izquierda estaba todo el día con “la guerra del abuelo y las fosas de no sé quién” en clara referencia a la Ley de Memoria Histórica aprobada por el Parlamento español a finales de 2007. Casado, que con los años llegó a ocupar la Presidencia del PP – puesto del que fue defenestrado por una suerte de golpe de estado interno pilotado por la ínclita Isabel Diaz Ayuso –, dijo en un atril lo que gran parte de la derecha reaccionaria de este país pensaba (y sigue pensando). Y, desgraciadamente, han pasado casi cincuenta años desde la muerte del dictador y tanto la Guerra Civil como los casi cuarenta años de dictadura que le siguieron continúan levantando polvo, porque desde la política no se ha sido capaz – bien por no haber querido, por no habérsele dejado, por miedo, … – de cerrar con dignidad dichos acontecimientos con un acto de justicia y reparación hacia las víctimas del conflicto que todavía siguen enterradas vaya usted a saber dónde.
Por esto, parafraseamos el título de la maravillosa novela de Isaac Rosa para reseñar El abismo del olvido, la novela gráfica hecha alalimón por el dibujante Paco Roca y el periodista Rodrigo Terrasa. Sí, es Otra maldita novela sobre la guerra civil porque es necesario seguir hablando de nuestro pasado más amargo, porque hay que seguir reivindicando la democracia, los derechos humanos y porque hay que reparar a todas esas personas asesinadas a manos de los sublevados fascistas por el mero hecho de haber defendido un régimen legítimo y democrático (incluso a veces simplemente por meras envidias o rencillas del pasado).
El abismo del olvido se aleja de la narración estándar clásica de la novela tradicional para contar una historia muy seria en formato cómic. No es la primera vez que Roca aborda un asunto considerado serio en un formato aparentemente inadecuado para ello. Además, el dibujante, aunque fuera de manera tangencial, no es nuevo en el tratamiento del tema de la guerra civil y sus consecuencias – ya lo hizo en Los surcos del azar – y tampoco es el único que lo ha tratado con el lenguaje del tebeo. Ahí tenemos también nombres como los de José Pablo García, Carlos Giménez, o Miguel Gallardo, por nombrar a algunos. Lo interesante del libro de Roca y Terrasa es dónde ponen el foco, esto es, en esas fosas en las que los represaliados por el franquismo se encuentran y de las que tan difícil es sacarlos. La novela de Roca y Terrasa reivindica la labor, en muchas ocasiones desinteresada, de tantas y tantas personas comprometidas con la historia de nuestro país. El abismo del olvido exige, asimismo, el reconocimiento tanto de los que fueron hechos desaparecer y que merecen un entierro digno, como de quienes abordan y han abordado la tarea de sacarlos de las entrañas de la tierra a pesar de todos los obstáculos interpuestos fundamentalmente por la derecha reaccionaria de este país. Es preciso recordar, en este momento, esas palabras del que fuera presidente del gobierno español, un tal M. Rajoy, quien, muy ufano, prometió que, si ganaba las elecciones, no destinaría ni un solo euro público a esta tarea, dejando claro que no dotaría de presupuesto a la Ley de Memoria Histórica. Dicho y hecho: ganó y cumplió su promesa. La duda que nos asalta entonces con este tipo de personajes, que, por cierto, van declarando su amor por España y los españoles, es la siguiente: Si tan españoles se sienten, ¿Qué problema tienen en dar un entierro digno – como buenos cristianos que son – a esas decenas de miles de personas que siguen desperdigadas en las cunetas o en las fosas comunes de esta país? ¿No será que siguen sintiéndose herederos de esa España franquista y se ven obligados a defenderla en el contexto en el que nos encontramos?
El libro de Roca y Terrasa emociona por la descripción de la lucha, el orgullo y el pundonor de los descendientes de las víctimas para sacarlas de las fosas comunes. En muchos casos, han sido los nietos de esas victimas quienes han cogido el testigo de sus padres (e hijos de los asesinados), porque en este país hemos ido muy lentos y en muchas ocasiones se ha llegado tarde, muy tarde para algunos. Han sido muy pocos quienes han sobrevivido a estos desenterramientos y otros los que, por vergüenza, aunque sobre todo por miedo, han mantenido en silencio a los muertos y solo después de muchos años han juntado el coraje de alzar la voz.
De entre los personajes – algunos entrañables – con los que nos cruzamos en la novela, cabría destacar a, probablemente, el ser más compasivo, inteligente y valiente de todos, el enterrador que trata con respeto a las víctimas antes de alojarlas en las fosas comunes y pone todo su empeño en que sus identidades no se diluyan con el tiempo, confiando en que algún día saldrán de esas fosas.
Finalmente, habría que añadir que, aparte del diseño, de la calidad del trazo de Roca, de la historia en sí, este libro es de esos artefactos que algunos pensamos que tendrían que enseñarse en los colegios e institutos de este país. Puede ser una herramienta muy útil para las nuevas generaciones, para introducirlas en capítulos de nuestra historia de forma, probablemente, amable – si eso es posible con un asunto tan duro – y acorde a sus gustos y de ahí puedan, si lo desean, ahondar y valorar el pasado y a todos aquellos héroes que defendieron la libertad y la democracia.
El abismo del olvido. (Astiberri, 2023) | Paco Roca y Rodrigo Terrasa | 296 páginas | 25,00 euros
