JUAN CARLOS SIERRA | Existen muchas maneras de enfrentarse a la escritura y entre ellas está la de no enfrentarse a ella, es decir, la de no tener nada planeado, la de no ir en su búsqueda, sino que sea la propia escritura la que te encuentre por el camino de la vida, ya talludito, en medio de tus labores habituales, entre los pucheros de la cocina, algo así como a Santa Teresa le pasó con su Dios, o mientras atiendes sin atender a la vigilancia de un examen de 2º ESO. Hay quien planifica la escritura como una carrera profesional, con sus hitos, sus mitos, sus zancadillas, sus congresos y sus premios, y hay quien escribe sin más, sin horizontes, sin ambiciones, sin pretensiones, solo por el mero placer de hacerlo y de que lo lean los más cercanos y concernidos.
El autor que nos ocupa ahora y el libro que presenta al cabo de sus casi sesenta años, su primer libro, pertenecen a esta segunda estirpe literaria, la de quienes le dan la importancia justa a la propia literatura y la hacen girar en torno a las preocupaciones más terrenales, en este caso las de un profesor de literatura de Secundaria metido en sus ratos libres a poeta o la de un poeta escondido, agazapado, que se gana la vida hablando de lo que más le gusta con el entusiasmo propio de ese poeta secreto. Este poeta sigiloso e inédito hasta ahora es Faustino Díaz Niso y su libro se titula Silva de varia lección.
Con toda la humildad del mundo, tras el prólogo generoso y cariñoso que le escribe la catedrática de instituto y compañera de trabajo Asun Blanco de la Lama, Faustino Díaz se presenta en el ‘Preludio’ del poemario poniendo las cartas sobre la mesa para que nadie se llame a engaño: esto es un libro hecho a ratos libres con un espíritu juguetón, un “mero entretenimiento, sin otra pretensión que la de hacer más llevadero mi oficio de docente”. Y efectivamente es así, un poemario sin pretensiones, pero con mordiente gracias al tono burlón que lo preside, porque el humor es una cosa muy seria y Faustino Díaz lo sabe bien. A través de la sonrisa o de la carcajada, depende del poema en que nos situemos, el autor sabe incidir exactamente en el centro de la diana crítica, poner el dedo en la llaga que desde su perspectiva más duele a los docentes, en lo ridículo de aquello que quiere pasa por muy grave o muy moderno o muy innovador o… El humor es también en Silva de varia lección una cosa muy seria, porque el tema central alrededor del que giran todos los poemas de este libro, el sistema educativo español, es lo suficientemente importante como para que se aborde unas veces de una forma desenfadada, paródica otras, burlesca en ocasiones, divertida en todo caso.
La estrategia del humor es la más efectiva para proponer cambios profundos y serios o, al menos, para tomar conciencia. Quizá en esa consejería andaluza absurda y abstrusa que han dado en llamar de Desarrollo Educativo, ya ni siquiera de Educación, o incluso en el Ministerio del ramo deberían echarle un ojo al libro de Faustino Díaz para empezar a aterrizar un poco en la verdad verdadera de la educación en este país y de paso se echarían unas risas, si aún les queda sentido del humor y algo de cintura autocrítica -o viceversa-. Además, conocerían sin intermediarios a algunas de las personas con nombres y apellidos que se ponen todos los días el mono de trabajo educativo, ese que aderezado con otras prendas de abrigo tuvo que combatir las temperaturas gélidas de aquel invierno pandémico de ventanas abiertas y corrientes polares; el que se vio agujereado por el desamparo azul e intruso de las pantallas durante los días de tele-educación confinada y de aprobado general por real decreto; el que soporta una y otra vez la incomprensión de unos niños caprichosas criados en unas familias caprichosas; o el que, en fin, se destiñe en el centrifugado demente de la burocracia educativa.
Es quizá en el aspecto referido a las referencias más cercanas al autor donde Silva de varia lección podría adolecer de un exceso de localismo que no contribuiría a la lectura empática que trascendiera sus circunstancias concretas. Sin embargo, esos guiños a compañeros o las referencias más bien localistas a los institutos por los que ha pasado el autor a mí particularmente no me han restado en este sentido, no han mermado un ápice mérito ni efectividad al objetivo de estos poemas. En cualquier caso, no olvidemos lo que el autor nos advierte desde el principio, aquello de que aquí no hay pretensión ninguna y que se trata de una poesía de circunstancias, que tropieza con la realidad, que surge del anecdotario particular de un trabajador de la enseñanza secundaria y bachilleril.
Ese aire excesivamente cercano, esa complicidad casi secreta, también se ven salvados por la estrategia compositiva que elige Faustino Díaz al echar mano de los clásicos, emulando sin disimulo modos y maneras totalmente reconocibles para cualquier lector medio de literatura en español. Por aquí aparecen principalmente referencias nada veladas a Garcilaso, a Quevedo, a Góngora y al Romancero o eso, al menos, es a lo que me suena la mayoría de las composiciones de Silva de varia lección. También volverán, por cierto, las golondrinas de Bécquer en el poema titulado ‘Sobre certezas e incertidumbres’ pero trocadas aquí en oscuras madrugadas. Esta es la manera de proceder de Faustino Díaz Niso, este es su taller de escritura, que al igual que le sucede a la traducción se convierte o se puede convertir en un ejercicio poético que, quién sabe, podría dar en el futuro otro tipo de frutos líricos más personales. Por otro lado, esta manera de componer o este punto de partida en la creación de los poemas les proporciona un aire extraño para un lector contemporáneo, hace que rezumen un sabor antiguo tratando algo muy moderno. Al igual que el humor rompe las expectativas del lector, esta estrategia compositiva también produce ese efecto de extrañamiento necesario para posicionarse críticamente frente la realidad, en concreto frente a la realidad del día a día de la educación en España.
Sé que me dejo aspectos relevantes, que esta reseña se puede quedar algo corta, que el aliento de este libro es algo más amplio, pero el lector también ha de hacer su trabajo. En cualquier caso, como muestra de lo que se puede encontrar en este libro dejo un soneto-botón que creo que contiene buena parte del aire y del espíritu de Silva de varia lección, un divertimento escolar serio, clásico y sin pretensiones.
Miré las notas de una alumna mía,
si un tiempo buenas, ahora superadas,
pues cuatro fichas bien coloreadas
dan un diez al que antaño suspendía.
Salíme al patio, no oí algarabía:
las criaturas miraban embobadas
pantallas ricamente iluminadas
para ver su Instagram (¡qué tontería!).
Entré en el centro; vi la impotencia,
de un profe protestando con enojo:
-Evaluar los criterios no es mi fuerte.
Pensé: “¿Dónde ha quedado la docencia?”
Y no hallé cosa en que poner el ojo
si no era un cuponazo de la suerte.
Silva de varia lección (Platero Editorial, 2022) | Faustino Díaz Niso | 82 páginas | 14 euros
Bien reseñado y mejor escrito