ANA BELÉN MARTÍNEZ | ¿Qué pasaría si uno de los influencers más importantes del país convenciera a toda la población del planeta de que la vida, tras el azote del coronavirus, resulta tan insoportable que lo preferible sería acabar con todo? En su último mensaje en las redes, el influencer se dirigiría a sus seguidores al grito de: “¡Hola, bebés! El superconsejito del día es que os pongáis divinos para recibir al fin del mundo. Hasta siempre, amiguitos. ¡Cero dramas, siempre smiles!”. Algo así imaginó el escritor Leopoldo Alas, Clarín (1852-1901) en Cuento futuro, salvando las distancias por supuesto. El autor de La Regenta (1885)escribió su particular escenario “distópico” en un relato corto muy singular que publicó en 1893, en la que fue su primera colección de cuentos, a saber, El Señor y lo demás, son cuentos.
Cuento futuro nos transporta a un porvenir apocalíptico mediante la parodia. La humanidad cansada «de dar vueltas mil y mil veces alrededor de las mismas ideas, de las mismas costumbres, de los mismos dolores y de los mismos placeres» se deja llevar por el pensamiento de un científico mozambiqueño llamado Judas Adambis, quien propone el suicidio universal como solución a la monotonía de la vida y a la imposición de la tierra de girar alrededor del sol hasta la eternidad. La proclama mundial interesa a todos los gobiernos, que no dudan en someter a votación el destino de las personas. Los votaciones apoyan por mayoría la medida del suicidio colectivo y hacen caso omiso a la oposición del Papa o al derecho de las minorías. En esta parte de la sátira, encontramos referencias políticas ligadas a la Restauración borbónica y a la sociedad de entonces.
Judas Adambis dice conocer el procedimiento con el que llevar a cabo la extinción de la raza humana, por lo que se designa la cita definitiva para el primer día del año. Llegado el momento crucial, el científico extermina a todos los individuos del planeta aunque él y su mujer, Evelina Apple, se salvan. Los nombres de los protagonistas, Judas Adambis y Evelina Apple, aluden claramente a los mitos bíblicos Adán y Eva. La mujer del científico, Evelina Apple, es una mujer caprichosa que quiere gozar de todas las riquezas terrenales. Por su parte, Judas Adambis es un traidor que se ha dejado convencer por su esposa para apoderarse del universo. Tras acabar con la humanidad, Adambis y su Evelina se elevan hacia el cielo a través de una esfera, para evitar tropezarse con los innumerables cuerpos sin vida esparcidos a lo largo del mundo. Evelina Apple le comenta a Adambis que tiene hambre y que le gustaría comer fruta. Como disponen de todo el mapa terráqueo para elegir los mejores campos, deciden buscar el Paraíso del que habla la Biblia. Adambis se sorprende al comprobar que efectivamente el Paraíso existe. Al acercarse se percatan de la figura de un hombre vestido con túnica blanca y barba larga que reconocen como Jehová. Adambis y Evelina son invitados por Dios a permanecer en el Paraíso, siempre y cuando no coman las manzanas de un árbol prohibido. Jehová confía en que esta vez los nuevos residentes del Paraíso no repitan el proceder de sus antecesores (proceder final que no desvelaremos en esta reseña).
El argumento de Cuento futuro nada tiene que envidiar a cualquier serie distópica de las plataformas actuales. Su arranque es original y los cauces por los que desemboca la historia son inesperados. Clarín utiliza un lenguaje claro y culto a su vez, para tratar una trama trágica, como es la muerte por suicidio de la humanidad, desde un tono desenfadado y libre de dramas.
Leopoldo Alas firma por primera vez con el seudónimo «Clarín» en la revista El Solfeo, de orientación republicana, en 1875. Cultiva todos los géneros literarios y es considerado como uno de los mejores cuentistas del S.XIX. Entre sus cuentos más célebres aparecen Doña Berta, ¡Adiós, Cordera! o Pipá, entre otros. Para el “provinciano universal” (como muchos lo llamaban) el cuento y la novela comparten la misma altura y dificultad. Al reseñar las narraciones de Palacio Valdés, Aguas fuertes (1894) el escritor apunta al respecto: «No es más difícil un cuento que una novela, ni tampoco menos; de modo que hay notoria injusticia en considerar inferior el género de narraciones cortas, en el cual por cierto se han hecho célebres muchos escritores antiguos y modernos».
Clarín tiene 32 años cuando publica La Regenta, la obra que da vida a la heroína Ana Ozores y a la emblemática ciudad de Vetusta. Cuento futuro llega unos años después, cuando el escritor roza la cincuentena. En ambos casos advertimos la esencia más pura de Clarín: la de incomodar y lanzar su látigo crítico contra una sociedad hipócrita que sigue de actualidad, por mucho que pasen los años.
El Señor y lo demás, son cuentos (Austral, 2011) | Leopoldo Alas, Clarín| 288 páginaseopo