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El cuerpo revelado y deseante

JUAN CARLOS SIERRA | El último poemario de Ángelo Néstore (Lecce, 1986) está flanqueado por textos auténticamente reveladores: el escrito como prólogo por Sara Torres –‘¿Quién devuelve a la infancia queer el amor perdido?’- y el de Rosa Berbel –‘Cosas en el borde’- a modo de epílogo; a esto habría que añadir los numerosos y sentidos ‘Agradecimientos’ del autor en las páginas finales, además de la ‘Nota’ explicativa de cierre. Una vez descrito el cuerpo del libro, su apariencia externa y formal, vayamos a lo esencial, a sus versos, que en cierto sentido niegan o reniegan de esta visión superficial, eminentemente descriptiva o corporal que acabamos de realizar. Quiero decir que igual que se puede valorar un libro por su mera corporeidad, así se suele hacer con los individuos a partir de lo que el cuerpo aparenta y significa, o supone o determina. Y de la misma forma, nos quedaríamos en lo insignificante, en lo accesorio, en su futilidad, en su vacuidad.

Afortunadamente, los versos de Deseo de ser árbol, que han obtenido el V Premio ESPASAesPOESÍA, atraviesan fehacientemente esa corporeidad hueca en la que a veces cae cierta poesía última, incluso ciertos premios semejantes a este, quizá este mismo premio en ediciones anteriores. De hecho, resulta arriesgado para un autor como Ángelo Néstore, con un recorrido lírico anterior de cierto peso y de indudable calidad, asociar su nombre a galardones como este, precisamente por su recorrido lírico anterior –Rafael Cabaliere, Redry, IreneX– de un peso muy discutible y una más que sospechosa calidad. Pero, corporeidades superficiales a un lado, dejémonos de digresiones y centrémonos en los versos de Deseo de ser árbol.

Deseo de ser árbol es, entre otras muchas cosas, el intento de Ángelo Néstore por sobrepasar poéticamente la lógica más extendida sobre los cuerpos, su binarismo sexual y afectivo. Deseo de ser árbol podría considerarse como su aportación lírica al presente de los cuerpos sociales y políticos, así como deseantes, partiendo de la mirada por el retrovisor de la infancia, ese tiempo y lugar donde se forjan a fuego lento y a hierro las categorías morales, sociales, sexuales, políticas,… Los versos de Ángelo Néstore se enfrentan a las convenciones y a sus contradicciones para intentar deshacer el nudo gordiano del heteropatriarcado y su violencia hacia los cuerpos, especialmente hacia los no normativos, pero no los que se escapan de los cánones de belleza al uso –tan cambiantes a veces-, sino los que moralmente no cuadran con sus valores o, más bien, se rebelan contra estos.

En el fondo se trata también del problema de la construcción de la identidad a través del cuerpo propio y de sus deseos –recordemos la cita de Audre Lodre que abre el libro: “Nuestras visiones comienzan con nuestros deseos”-, que se manifiestan en el caso de la voz poética de este poemario desde la ajenidad o el extrañamiento experimentados durante la infancia. A ese cuerpo niño se le asignan categorías, valores, cualidades,… que no siempre coindicen por su artificiosidad, ya que se trata de constructos culturales, con lo que ‘naturalmente’ el niño siente y desea. De ahí las contradicciones, los conflictos, los odios,… Es interesante en este sentido explorar la relación con la figura materna en poemas como ‘Era tan rubio y dócil’, ‘Mientras tiende la ropa’, ‘Madre, siempre temiste por mi muerte’ o ‘Mi cuerpo, ese magma’, texto este último donde, aparte de ecos del José María Fonollosa de Ciudad del hombre…, apreciamos una ambivalencia afectiva muy significativa hacia esa figura materna que poéticamente resulta muy valiosa y productiva en la dialéctica mantenida a lo largo de todo el poemario: “…te he odiado tanto, madre, // siempre quise parecerme a ti”.

Esa sensación de exiliado en su propia familia, en su propia infancia, también se extiende a las relaciones sociales con sus iguales, es decir, al juego. El niño contempla desde su ajenidad el juego compartido de otros niños. Eso lo lleva a experimentar la soledad como algo deseado, disfrutado, y ‘odiado’ a la vez –‘La soledad tiene nombre de jardín’ (página 41)-.

Toda esta problemática recorre la primera parte del libro de Ángelo Néstore, titulada ‘Frente a mi cuerpo, el cuerpo’. Para transitar a la segunda, ‘Romper el falso techo’, título que recuerda formalmente y en cierto sentido también temáticamente al poemario de Erika Martínez El falso techo (Pre-textos, 2013) –http://www.criticoestado.es/se-veia-venir/– , aparece la figura del abuelo desde una ternura no explorada antes, desde la identificación en los cuidados, en la fragilidad y, finalmente, desde el hecho inevitable de la muerte, pero de un final dichosos, aquel que cumple deseos en ‘Mi abuelo amaba los cigarrillos’, poema casi espejo del que inaugura la segunda parte del libro ‘Mi abuelo amaba las flores’; en ambos está presente la muerte, sí, pero también el disfrute, el deseo, el gozo de lo que nos ofrece la vida; ambos terminan igual: “mira, qué poco dura,/ pero cómo resplandece”.

A partir de aquí, el cuerpo parece haber tomado plena conciencia de sí mismo, se revela (también con ‘b’) y se desarrolla en un nuevo hedonismo combativo, político, reivindicativo en favor suyo y enfrentado a lo que representa el padre, su herencia física y cultural, como se puede leer en el poema ‘Desear la sed’. Además, en la línea de  lo que apunta Sara Torres en su texto de apertura, el cuerpo apuesta por una “ética amorosa del cuidado en la vulnerabilidad entregada” y se privilegian desde la dimensión simbólica de los versos de Deseo de ser árbol “los cuerpos penetrables” más allá de la lógica que otorga más importancia a los cuerpos penetradores, es decir, más allá de la lógica activo-pasivo, esto es, masculino-femenino. Todo se difumina, se disuelve, incluso el mismo yo poético en el poema que da título al libro. ‘Deseo de ser árbol’ es, por tanto, un poema central, no tanto en la arquitectura formal, en la corporeidad del libro, como en su sentido más profundo, en su verdadero significado, que además se asocia a cierta línea poética última en español, la de la disolución del yo, la del acento puesto en su insignificancia, en su livianidad. Pero en el caso de Ángelo Néstore existe una novedad: se trata de una suerte de desaparición que se ofrece generosamente a los demás. Así pues, frente al conflicto, al choque, a la pelea,… ‘Deseo de ser árbol’, ‘Deseo de ser perro’ y ‘Romper el falso techo’: “Sacudirme la historia/ de los hombres./Celebrar el polvo”.

Deseo de ser árbol (Espasa, 2022) | Ángelo Néstore | 80 páginas | 13.90 euros | Prólogo de Sara Torres y Epílogo de Rosa Berbel | V Premio ESPASAesPOESÍA

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