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La familia y unos cuantos más

EDUARDO CRUZ ACILLONA | Dejé de creer en la familia tras ver la película aquella en la que un pobre chaval se perdía por entre las casetas navideñas de la Plaza Mayor de Madrid. Chencho se llamaba la víctima. Su familia era tan numerosa que, si no llega a ser por la tenacidad del padrino (esa figura extrafamiliar y que tanto juego ha dado en la Historia de la Literatura y en la del Cine), el niño hubiera hecho la mili allí mismo y sus padres ni se hubieran enterado.

Confirmé mis sospechas tras leer Mi familia y otros animales, de Gerald Durrell, donde los retratos de unos y otros se confundían hasta el extremo de no querer salir de mi habitación por no encontrarme con alguien en el pasillo mugiendo en vez de dándome los buenos días.

Y me reafirmé en mi ateísmo familiar cuando, leyendo el libro de relatos Sin plumas, de Woody Allen, me topé con esta frase:

¡Qué equivocada estaba Emily Dickinson! La esperanza no es “esa cosa con plumas”. La cosa con plumas ha resultado ser mi sobrino.

Como consecuencia de todo ello, parece bastante obvio que, a la hora de elegir el libro que más miedo me ha dado, no me decante ni por Stephen King ni por Sandra Becerril, ni por Mary Shelley ni por Valeria Correa Fiz (perdón por las repetidas rimas), sino por el más universal Libro de Familia, primorosamente editado y reeditado año tras año por el Ministerio de Justicia.

Y lo selecciono no tanto por lo que cuenta (apenas una pincelada de los personajes principales, padres e hijos, y mucha burocracia pero sin el encanto de El proceso de Kafka), sino por las subtramas que esconde: primos lejanos que sólo aparecen en tus vidas cuando están arruinados (echando por tierra aquella maravillosa fantasía del tío en América); tías maternas o paternas (y que tanto el padre como la madre están convencidos de que pertenecen a la familia de su cónyuge, nunca a la suya) que, cuando eres niño, dejan en tus mejillas más carmín cutre que una estantería de Sephora; yernos o nueras, tanto monta, monta tanto, que se presentan un día de Navidad en tu casa sin tú tener constancia alguna de que tu hija o hijo, tanto monta, monta tanto, se hubiera casado; y los cuñados… Qué decir de los cuñados más allá de que los carga el diablo… Prefiero callarme a riesgo de tenerles a ustedes, queridos lectores, amargados y muertos de miedo el resto del verano.

Y todavía hay quien piensa que el Libro de Familia puede encontrarse en las librerías en la sección de Novela Romántica… Criaturitas… ¿Dónde puede hacerse uno realmente con un ejemplar del Libro de Familia? La respuesta es, cuanto menos, inquietante y viene a secundar y reforzar mi teoría: en el Registro Civil. ¿Y dónde suele tener sus oficinas el Registro Civil? Pues, normalmente, en el edificio que alberga los Juzgados, esos lugares donde todo el mundo se afana de manera más histriónica que creíble, ¿por qué será?, en ondear la bandera de la presunción de inocencia. ¿Coincidencia? No lo creo…

Dicen los historiadores que la primera edición del Libro de Familia se publicó en 1915, y que su autoría pertenece nada más y nada menos que al rey Alfonso XIII, sí, el de los Borbones de toda la vida, los que más pueden hablar y presumir de familia, precisamente…

Por fortuna, el Ministerio de Justicia hizo justicia, valga la redundancia, y en 2021 eliminó el dichoso Libro por un simple registro informático individual ligado a algo tan aséptico como el documento nacional de identidad, vulgo deneí.

Gracias a la publicación de la noticia el año pasado, me enteré de que existe una Asociación Española de Abogados de Familia. Tengo que enterarme bien, porque no lo explican con claridad, si esos abogados dedican su ejercicio profesional a defenderla o a defenderte de ella. Para apuntarme, digo.

Mientras tanto, frente a aquella provocadora reivindicación de Los Payasos de la Tele que decía “No hay nada más lindo que una familia unida / atada por los lazos del amor”, permítanme que me quede con otra del recordado y magnífico actor, Antonio Gamero: “Como fuera de casa no se está en ningún sitio”.

Ustedes sabrán cómo y con quién pasan las vacaciones. En todo caso, ¡feliz verano!

Libro de Familia (Registro Civil, Ministerio de Justicia, 2021) | Alfonso XIII | Descatalogado

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